jueves, 28 de abril de 2011

Lush Bubblegum Exfoliante Labial


Exfoliante labial Bubblegum

El exfoliante se presenta en un pequeño tarro transparente que bien podría pasar por el envase de un bálsamo labial. Cada unidad contiene 25 g de producto, que dicho así parece poco pero os aseguro que cunden muchísimo, ya que no hablamos de algo que se use a diario (no sé qué cantidad hay en mi muestra, pero a simple vista da la impresión de ser muy poco y sin embargo llevo meses con él). Su precio es de 6,75€. Teniendo en cuenta lo que dura y que no es un artículo, digamos, básico, creo que no está mal de precio.

A pesar de que se vende como un exfoliante de chicle, su aroma me recuerda más al algodón de azúcar: desprende una fragancia dulzona y golosa, ¡dan ganas de comérselo! Para tratarse de un producto tan «soso» como un exfoliante, lo cierto es que tiene una apariencia inmejorable: además de ese olor delicioso, es de color rosa chillón, muy coqueto y femenino (anda que no saben lo que nos gusta, ¡ja, ja!). De hecho, estos colorantes son los únicos ingredientes no naturales que encontramos en su composición, un detalle que me sorprendió porque normalmente Lush apuesta por lo natural aunque con ello el aspecto de sus artículos no sea el más apetitoso (véase el jabón Farmacia de Guardia, por poner un ejemplo).

Por otro lado, el exfoliante está hecho a base de azúcar (de ahí el olor), cuyas partículas sirven para exfoliar la superficie de los labios; y aceite de jojoba, un clásico en cosmética conocido por sus propiedades hidratantes, entre otras. Lleva la etiqueta de apto para veganos (recordemos que todos los productos de Lush son vegetarianos, pero solo unos pocos pueden considerarse veganos, es decir, que no contienen ningún ingrediente de origen animal).

Cómo se usa

Aunque las expertas en cosmética ya hace tiempo que los usan, me temo que los exfoliantes labiales todavía son unos desconocidos para la inmensa mayoría, entre la que me incluyo. Al igual que las otras variedades de exfoliantes, está indicado para regenerar la capa externa de los labios, suavizarlos y eliminar las posibles pielecitas muertas que podamos tener; no obstante, al tratarse de una zona más delicada, sus partículas son más pequeñas para no dañar los labios. Se recomienda usarlo una vez por semana o cada quince días (en función de cómo tengáis los labios), y sobre todo no olvidéis hidratar la zona con un buen bálsamo después de su uso.

No hay una forma exacta de aplicarlo; lo considero uno de esos productos que cada una emplea a su manera. Podemos coger una pequeña cantidad, frotarla sobre los labios con suavidad y a continuación aclarar con agua; o bien dejarlo un ratito como si se tratara de una mascarilla. Yo he probado ambos métodos y los resultados que observo son exactamente iguales (bueno, si lo dejo reposar corro el riesgo de comérmelo, ¡je, je!). Las partículas son pequeñitas y se adhieren bien a los labios, no se hace engorroso de usar. Con muy poca cantidad en cada uso basta, así que os va a durar mucho tiempo.

Resultados

Hoy en día tenemos exfoliantes para todo: cuerpo, rostro, pies, cabello, labios… Pero ¿son todos necesarios? Desde mi punto de vista, no: comprendo que los exfoliantes para el cuero cabelludo y los pies pueden ser útiles porque su composición difiere un poco de la de los corporales y faciales (que son los básicos, desde mi punto de vista), pero los labiales —al menos este Bubblegum— me parecen la típica necesidad creada por las empresas de cosmética para tentarnos y hacernos gastar más. Vale, todos los cosméticos son necesidades creadas, pero dentro de estas, unas lo son más que otras, y este exfoliante labial se ha convertido en el típico producto que tengo muerto de asco en el cajón.

Me explico: tras aplicar el exfoliante, noto los labios un poco más suaves, pero no veo que quite las pielecitas muertas, ni que las disimule. En general, no obtengo un resultado espectacular. Los bálsamos de Lush (y algunos de farmacia, como ChapSan o Neutrógena), por sí solos, hidratan y regeneran más que este exfoliante, por lo que me resulta totalmente innecesario para el cuidado de los labios. El exfoliante no los daña, por eso podéis estar tranquilos, pero tampoco les aporta gran cosa, de ahí que no le saque partido.

Además, para exfoliar los labios hay una alternativa más económica: el cepillo de dientes, lo pasamos suavemente por la zona y voilà, labios suaves y exfoliados. Si queréis algo parecido a Bubblegum, podéis mezclar un poco de azúcar y aceite: el resultado será idéntico, salvo por el bonito color rosa y la fragancia dulce. Y antes de que me lo digáis, sí, sé que casi cualquier cosmético puede tener una alternativa natural, pero en este caso la tenemos tan al alcance que yo no pagaría casi 7€ por este producto (no cuando los resultados no me convencen).

De todos modos, tampoco quiero crucificar el producto: cada persona es un mundo, y lo que a uno no le gusta, a otro le puede encantar. De hecho, de este exfoliante he leído críticas muy entusiastas, hay chicas que están fascinadas con él y lo consideran un gran descubrimiento. No sé, quizá es que yo no lo uso de la mejor manera, o que tengo unos labios complicados (se me resecan con mucha facilidad); la cuestión es que no me ha parecido para tanto y de entrada no lo recomendaría. Huele (y sabe) muy bien y tiene un aspecto apetitoso, pero ¿qué me aporta todo eso si apenas noto sus efectos? Mejor me quedo con el cepillo de dientes y los bálsamos (que esos sí que son fantásticos, desde que los descubrí no uso otra cosa para los labios).

martes, 26 de abril de 2011

Acoderm Gel de Algas y Colágeno Marino


Acoderm

Probablemente Acoderm no os suene demasiado, pero si digo Acofarma la cosa cambia, ¿verdad? Acoderm (o Acofarderm) pertenece a la asociación de cooperativas farmacéuticas Acofarma, que actualmente tiene su central en el Polígono Industrial de Santa Margarita, en Terrassa (Barcelona). Esta unión de farmacéuticos se produjo en el año 1947 y dio lugar a la implantación en España de las llamadas marcas de farmacia o de distribución (lo equivalente a las marcas blancas de un supermercado), con todas las ventajas que eso supone para los consumidores: productos con una composición tan cuidada como los de fabricante, mejor relación calidad-precio, gran oferta de productos para cubrir todas las necesidades de los clientes de la farmacia, etc.

Acofarma engloba diversas marcas que proporcionan los artículos básicos que se pueden encontrar en una farmacia: Acofar (productos de diagnóstico, primeros auxilios, higiene femenina y bienestar general), Acoderm (dermohigiene, dermocosmética y protección solar), Acofarbaby (todo lo necesario para el cuidado del bebé), Acofarherbal (infusiones de diversas plantas medicinales), Acofarinas (bebidas y alimentos, en especial para dietas de bajo contenido calórico), Acofarlens (gafas para vista cansada), y Acofarvital (complementos alimenticios cuyo fin está relacionado con la belleza). El gel del que os hablaré hoy pertenece a la línea de dermohigiene de Acoderm.

Gel de algas y colágeno marino

El gel de algas y colágeno marino se presenta en un sencillo bote de plástico transparente que deja a la vista el color azul del producto. En la etiqueta identificamos el nombre Acoderm en grande, aunque también podéis encontrarlo por Acofarderm (en la web de la marca usan ambos indistintamente, así que se supone que no debe de haber ninguna diferencia entre ambos). El envase contiene 750 ml de gel, que como podréis imaginar duran muchísimo y van genial para el uso familiar. El precio, según marca la etiqueta que todavía tiene pegada, es de 2,20€. En una palabra: inmejorable. No olvidéis que solo se vende en farmacias y parafarmacias.

Como se puede ver en las imágenes, es de color azul, tirando ligeramente a turquesa; una tonalidad que recuerda bastante al mar y a todo lo acuático, cosa que tiene lógica dados los ingredientes destacados del gel. Su aroma también va en esa dirección: huele a algas, a algo marino; pero eso sí, de forma muy ligera, que para mí es un punto a favor porque no me entusiasman estas fragancias y sin embargo esta me ha resultado agradable. También podemos definir el olor como fresco (no tanto como un gel cítrico o mentolado, pero más que uno dulzón, para hacer una comparación). La textura es más líquida que cremosa, suave y fácil de extender por la piel.

En lo relativo a la composición, debemos destacar su contenido en algas de la especie Fucus vesiculosus, conocidas por sus propiedades tonificantes y su elevado contenido en sales minerales y polisacáridos, que dejan la piel suave y revitalizada. Además, el colágeno marino mejora la regeneración natural de la piel y le aporta flexibilidad y elasticidad. Cabe destacar que tiene un pH 5.5, es decir, acorde con el pH natural de la piel, por lo que la respeta y no debilita las barreras de protección (parece una tontería, pero hay geles que se fabrican con otro pH y no cuidan tanto nuestra epidermis). Lleva el símbolo del conejo que muestra que no está testado en animales.

El gel está indicado para regenerar y tonificar la piel, por lo que resulta especialmente interesante para pieles castigadas o estropeadas, y también para aquellas que tengan tendencia a estar secas. Yo pertenezco a este último grupo, de modo que en principio parecía un buen gel para mí. De todos modos, y más cuando se trata de geles de ducha, recomiendo no dar demasiada importancia a estas observaciones: el gel es apto para todo el mundo, lo importante es que cuida la piel y eso a nadie le viene mal. Además, por su tamaño, está genial para el uso familiar y diario.

Resultados

Limpieza:
Empecemos por la función más básica. Tal y como era de esperar al tratarse de un producto de marca de farmacia, este gel de ducha de algas y colágeno marino proporciona una gran sensación de limpieza desde el primer uso. Se extiende perfectamente por la piel, su textura resulta agradable y, a pesar de que no me ha parecido especialmente espumoso, limpia en profundidad. Ah, y por supuesto, basta con usar muy poca cantidad para observar resultados; el gel cunde muchísimo (y los 750 ml duran mucho tiempo). No tengo nada que objetar en este punto.

Hidratación:
Ante todo, hay que reconocer que no es un gel específicamente indicado para hidratar la piel (para eso sería más adecuado el de avena o el de aceite de oliva), por lo que si añado este apartado es por puro deseo mío, no para comprobar unas hipotéticas promesas del gel. Dicho esto, debo decir que el producto limpia la piel sin agredirla, puesto que no noto sensación de tirantez después de usarlo. Se podría decir que cuida la piel y la hidrata un poco, aunque para notar una mejora en este aspecto lo mejor es compaginar su uso con una buena crema o leche nutritiva.

Aroma:
Ese aroma marino del que os hablaba se convierte en una suave fragancia agradable que se aprecia muy levemente en la piel al salir de la ducha (para mí no es ningún problema, no se puede esperar que un gel de ducha te perfume la piel). Me gustaría comentar que hace tiempo usé un gel de Deliplus parecido (de algas o algo similar) y, aunque en el envase me gustaba su aroma, una vez en la piel me resultaba de lo más desagradable (era una cosa extraña, no sé si manías mías o que simplemente el olor no congeniaba bien con mi tipo de piel). Me daba miedo que volviera a ocurrirme lo mismo con este de Acoderm, pero no fue el caso: lo poco que se aprecia de la fragancia en la piel, huele bien.

Efectos regenerantes y tonificantes:
Estos son los resultados que promete el gel. Sinceramente, no puedo deciros si resulta verdaderamente eficaz en ellos, ya que como he comentado antes no tengo la piel especialmente castigada (tan solo un poco seca) ni tampoco me hace mucha falta tonificar. Lo único que puedo aportar es que, al igual que no noto que el gel agreda la piel, pienso que esto se debe a los agentes regenerantes y protectores que contiene, de modo que supongo que en la práctica sí que son efectivos. En cuanto a la tonicidad, nunca he creído que un simple gel de ducha pueda hacer gran cosa al respecto; lo mejor es hacer un poco de ejercicio y si acaso usar una buena crema reafirmante o anticelulítica para completar el tratamiento.

Finalmente, solo me queda añadir que estoy muy contenta con el producto. Ha cumplido perfectamente mis expectativas: es un gel que huele bien, deje la piel limpia y no me hace sentir esa incómoda sensación tirante al salir de la ducha. No le pido más. Es cierto que estas expectativas pueden variar en función de los deseos y costumbres de cada uno (si estáis acostumbrados a geles y jabones de perfumería con aromas exquisitos, probablemente este os parecerá del montón), pero, teniendo en cuenta lo que es (un gel de marca de farmacia apto para el uso familiar), me parece más que decente y por eso no puedo verle ningún defecto. No me arrepiento de la compra, y si algún día se me pasa la afición a los jabones sólidos de Lush, no descarto volver a comprarlo, este o cualquier otro de la línea Acoderm.

jueves, 14 de abril de 2011

Lush Champú Reanimator


Champú Reanimator

Reanimator es uno de los champús líquidos que nos ofrece Lush (sí, aunque no lo parezca también tienen productos «normales»). Su oferta de artículos para el cabello no está al nivel de la de los jabones, pero tienen los champús justos para cubrir las necesidades básicas de todos: Curly Wirly para cabello rizado o seco; El Patriarca para cabellos grises o claros; Mi Primo Zumo y Sol para pelo graso; Sublime para dar brillo y suavidad a todo tipo de cabellos; ¡A Toda Caña! para controlar los rizos y finalmente Reanimator para cabellos estropeados y faltos de vigor. A esta lista tendríamos que añadir los sólidos, aunque de momento voy a pasar de ellos.

El champú Reanimator se presenta en un sencillo bote de plástico transparente con una etiqueta negra, en la línea minimalista de todos los productos de Lush. Desde luego no llama la atención por su apariencia, aunque lo importante es su interior y eso la firma lo sabe de sobra. Lo tenemos disponible en dos tamaños: 100 gramos por 7,50€ y 250 gramos por 14,95€. Teniendo en cuenta que Klorane es una marca cara de por sí y el bote pequeño de sus champús lleva 200 gramos y cuesta alrededor de 7-8€, podemos decir que este de Lush no es caro, sino carísimo (aunque a su favor tengo que decir que cunde una barbaridad; con la muestra que me dieron me bastaba con mojarme los dedos para cogerlo y se extendía de maravilla).

Reanimator es de color beige transparente y desprende un aroma más bien afrutado. Su textura es bastante líquida, de las que se te escurren entre los dedos (a mí esto me encanta, siempre me da la sensación de que se expande mejor por el cabello). Dentro de su composición destacan los aceites de jojoba, oliva y almendras, todos ellos muy hidratantes para aportar flexibilidad y fuerza al pelo. También contiene frutas como kiwi, papaya, mango y piña, para limpiarlo en profundidad. Finalmente, encontramos aceites esenciales de rosa, menta, romero, lavanda y otras plantas, que refrescan y revitalizan el cuero cabelludo y, como su nombre indica, le devuelven su vitalidad natural. Ninguno de los productos capilares de Lush contiene siliconas, otro dato que tener en cuenta.

Por su descripción, me parece un champú indicado para todo tipo de cabellos, aunque en teoría resulta especialmente eficaz para aquellos que se encuentran débiles y necesitan algo que los fortalezca y repare, además de darles «vida». Así pues, aunque de entrada yo me hubiera decantado por uno específico para pelo seco y estropeado, pensé que este tampoco parecía una mala opción para mejorar el estado de mis cabellos finos y apagados. Como os comentaré más abajo, finalmente no considero que las características del producto sean las más adecuadas para mí.

Resultados

Limpieza:
Sin duda uno de los puntos en los que el champú destaca. Tengo el cabello seco, pero con determinados productos me cuesta aclararlo bien y a veces encuentro restos blancos en el cuero cabelludo. Con este no me ocurre: deja el pelo realmente limpio, sin rastros de jabón y con una sensación de limpieza general muy buena. No engrasa en absoluto y tampoco noto que el cabello se me ensucie con más facilidad, aunque de eso no soy una buena referencia porque generalmente me dura varios días perfectamente independientemente de los productos que use. En este aspecto lo sitúo al nivel del champú de camomila de Klorane, que deja el pelo estupendo y además se encuentra entre mis favoritos.

Hidratación y reparación:
Aquí voy a tener que explicarme un poco más. No me deja el pelo reseco, ni muchísimo menos, pero tampoco noto que le aporte una hidratación extrema. Hay champús que me lo dejan mucho más suave y nutrido, como el de mango de Klorane, uno de mis fijos. Pienso que hay que tener en cuenta que Reanimator no es un producto específico para pelo seco, por eso si estamos dentro de este grupo lo mejor será que complementemos su uso con un buen acondicionador, o que directamente busquemos un champú más hidratante.

Brillo:
Al leer el nombre del champú, pensé que destacaría por aportar vitalidad al cabello, y de algún modo el brillo parece ir ligado a esto. No obstante, a mi parecer no le aporta demasiado brillo, es un producto normalito en este aspecto. Al leer las indicaciones vi que en realidad no era estipulado para iluminar la melena, pero con lo caro que es creo que podría hacer algo más. El citado champú de camomila de Klorane le da mil vueltas, lo mismo que el de extracto de cidra (también de Klorane).

Volumen:
En este punto no me parece ni el mejor ni el peor que he probado. Por un lado, no me deja el pelo tan «chupado» en la parte de la cabeza como ocurre con algunos productos para cabello seco; no obstante, tampoco se puede decir que dé volumen. En esto, el champú que me ha ido mejor con diferencia ha sido el de almendras de Klorane (parezco la embajadora de esta marca, ¡ja, ja!), que además le aportaba fuerza y daba la sensación de que tenía más cantidad. Por su parte, Reanimator carece de ese poder fortificante, por lo que aprecio mi cabello tan fino como siempre.

Aspecto general:
Creo que lo que más se ajusta a los resultados del champú es decir que deja el pelo bien, limpio y suelto, pero no da resultados tan espectaculares como para justificar su precio. No se queda corto en los aspectos básicos, aunque podría revitalizarlo más, darle más fuerza y todo eso que promete en las indicaciones. También es justo reconocer que yo tengo un cabello que requiere muchos cuidados, al ser largo y fino, por lo que para alguien que lleve media melena y no lo tenga especialmente delicado seguramente Reanimator será más que suficiente para proporcionarle buen aspecto y salud.

Finalmente, he dudado entre valorarlo con tres o cuatro estrellas, pero he reflexionado que las tres estrellas suelo dárselas a champús de supermercado que me han dejado sensación de ni fu ni fa, y este es mejor, solo que con lo que cuesta podría estar mejor todavía. Quiero añadir también que, a pesar de estar aconsejado para todo tipo de cabellos, por los efectos que he observado me parece más indicado para cabellos normales o incluso grasos, dado que la composición de frutas suele resultar eficaz para regular los excesos de grasa (aunque Lush ya dispone de otro producto específico para ello). No va mal para pelo seco, pero los hay mejores y si queremos obtener la máxima suavidad hay que usarlo junto a un acondicionador y/o mascarilla.

martes, 12 de abril de 2011

Lush La Máscara

La Máscara

Se presenta en un bote negro muy minimalista, en la línea de los otros productos de Lush. Está disponible en dos tamaños: 125 gramos, que cuesta 5,90€; y 315 gramos, por un precio de 10,50€. Yo tengo el grande —no por voluntad propia (no se me ocurriría comprar algo que no he probado en ese formato), sino porque pedí a alguien que me la comprara cuando pasara por una de las tiendas y, al no encontrar el pequeño, me trajo este—, aunque de entrada os recomendaría que adquirierais el otro porque 10,50€ en una mascarilla duelen y mucho, por mucha cantidad que traiga.

Su aspecto puede resultar tentador y repulsivo a partes iguales: de color verde, muy untuosa y con gránulos de alguno de sus ingredientes, en la línea de otras máscaras de arcilla. Desprende un fuerte aroma mentolado que me resulta muy agradable, aunque soy consciente de que estos olores tan frescos despiertan amores y odios. Hablando de la menta, la mascarilla contiene grandes dosis de este aceite con el fin de refrescar la piel y aprovechar sus propiedades descongestivas. Otros ingredientes que destacan son las arcillas de caolín y bentonita, que como sabemos combaten las marcas de la piel y en general le dan mejor aspecto. La miel le aporta propiedades limpiadores e hidratantes, el talco regula el exceso de sebo y los diversos aceites de plantas contribuyen a nutrir la piel y mantenerla bonita y cuidada.

Modo de aplicación

La mascarilla se usa como cualquier otra: sobre la piel previamente mojada, aplicamos una generosa capa de producto por el rostro, dejamos que se seque (aproximadamente unos 15 minutos) y a continuación la retiramos con agua. Después podemos aplicar el tónico, la crema o cualquier producto que uséis habitualmente. No os olvidéis de ponérosla también en el cuello, el escote e incluso en la espalda: son los grandes olvidados del cuidado personal y seguramente no vendrá nada mal una cura extra para la piel de esas zonas. Al traer mucha cantidad, puedo aplicármela por varias partes sin remordimientos; en ese aspecto supera a las mascarillas de sobre.

Mientras tengo la mascarilla puesta noto un frescor intenso, que como he dicho me resulta muy agradable (sobre todo ahora que ya hace calor, aunque la podemos usar en cualquier época del año). Al lado de las mascarillas de marcas blancas o más artificiales, esta es la que más «noto» cuando la tengo puesta, en parte por su textura densa, en parte por la fragancia. También se aprecia cómo se va secando, hasta el punto de que puede llegar a ser un poco molesta, pero vale la pena dejarla ese ratito porque luego los efectos compensan el esfuerzo con creces.

Con respecto a la conservación, basta con cerrar bien el bote y guardarlo en lugar donde no le dé la luz directamente (como cualquier cosmético, vaya). Lo comento para que no se confunda con otras máscaras de Lush, que deben conservarse en la nevera y tienen una duración de pocas semanas. Yo tengo La Máscara desde hace aproximadamente un mes y medio, y sigue tan fresca y estupenda como el primer día.

Resultados

Solo por las estupendas sensaciones que me provoca ese frescor ya le daría un diez porque, insisto, en ese sentido ha sido todo un descubrimiento para mí e incluso «disfruto» al aplicarla, cosa que no se puede decir de cualquier máscara (más bien causan indiferencia). ¡Usarla en verano tiene que ser una verdadera gozada!

Vayamos a lo que interesa: ¿qué efectos noto al aclararla? Para empezar, como buena mascarilla limpiadora, limpia la piel en profundidad: los poros negros de la nariz quedan limpísimos (aunque con el paso de las horas vuelven a su estado normal, claro) y en general noto que regula el exceso de grasa. Como sabéis, mi piel tiene tendencia acneica, de modo que el hecho de notar cómo la máscara se va secando (y absorbiendo con ella todo el sebo) me viene de maravilla. No sé si para una piel seca ese efecto será tan gratificante, aunque está indicada para todo tipo de pieles.

Por otro lado, deja la piel con mejor aspecto, más luminosa y extremadamente suave, incluso noto que aclara las rojeces e imperfecciones (tampoco nada exagerado, ¿eh? Los milagros a Lourdes). Me imagino que la máscara contiene pequeñas partículas exfoliantes y de ahí que consiga purificarla tanto. También noto una mayor tonicidad: mi piel lo está de por sí porque soy joven, eso también lo digo, pero diría que aún la mejora un poco.

En general, la máscara me gusta por su alto poder vigorizante —gracias al frescor mentolado que desprende—, porque siento que la arcilla absorbe el exceso de grasa de mi piel y porque en general me da muy buen aspecto y noto que realmente está actuando. Me parece una de las mejores que he probado, si no la mejor, aunque tengo que reconocer que es bastante más «guarra» que otras, pues al aclarar esa masa verde es fácil dejar rastros del producto por el lavabo o la ropa. Puede que por eso a algunas os dé más pereza usarla, ya que hay que tomárselo como un tratamiento de belleza y no como un acto rutinario que terminas en un visto y no visto.

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