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martes, 17 de mayo de 2011

Lush Snow Fairy Lip Tint

Lush Snow Fairy

Snow Fairy se presenta en la pequeña lata metálica que comparten todos los bálsamos de Lush, un envase sencillo y discreto que cumple perfectamente con su función de preservar las propiedades del producto. Cada unidad contiene 10 g, que a mí me duran unos tres meses con un uso muy frecuente, y su precio es de 7,95€, igual que los demás labiales. Siempre digo que no los considero caros porque ofrecen mucho más que el protector medio; no obstante, como en este caso no ha cumplido mis expectativas, sí que puedo decir que Snow Fairy tiene un coste un poco elevado.

La lata lleva una etiqueta de color fucsia, a juego con el color del labial. Tiene una textura menos pastosa que la de las vaselinas Gal, aunque de todos modos me resulta un poco más densa que la de los otros bálsamos de Lush. No es desagradable en los labios, pero tampoco especialmente agradable, no sé si me explico. Está hecho a base de aceite de coco, agua, mantecas de karité, murumuru y cupuacu, azúcar glasé y algunas ceras —algunos de estos principios se conocen por sus funciones hidratantes y calmantes—. Para el sabor, destaco que han utilizado frambuesas secas, entre otros. Se trata de un producto apto para veganos, según se indica en la pegatina posterior.

Hablemos ahora del olor que desprende, una exquisita fragancia a algodón de azúcar o chicle de fresa, según las impresiones de cada una. Un aroma logradísimo, dulzón, que puede resultar demasiado fuerte si no sois fans de las fragancias dulces. Yo no tengo ese problema, porque adoro todo lo dulzón y goloso, y este labial me enamoró en cuanto lo abrí. Forma parte de la colección de Navidad, en la que también se lanzaron otros artículos con el mismo nombre y perfume (entre ellos, un gel de ducha que también tengo y del que espero hablaros en el futuro), por lo que forma parte de una edición limitada y en estos momentos no podréis encontrarlo en la tienda. Con suerte, en diciembre lo volveréis a tener ahí.

Lip tint vs. lip balm

Como veis, en el nombre del producto no reza «bálsamo labial», sino «lip tint», o lo que es lo mismo, «tinte labial». Creo que hasta ahora nunca me había parado a explicar las diferencias entre la oferta de labiales de Lush, así que lo haré ahora: por un lado, hay bálsamos de toda la vida, es decir, productos hidratantes y nutrientes, sin color, que pueden ser usados por ambos sexos; en segundo lugar, y con un envase idéntico a los citados bálsamos, hay tintes labiales, artículos que dejan color en los labios aunque tampoco son como barras permanentes; finalmente, ofrecen exfoliantes labiales, como el Bubblegum del que os hablé hace unas semanas.

Así pues, no podemos esperar lo mismo de Snow Fairy que de Honey Trap o cualquier otro de los bálsamos de los que he opinado por aquí. Reconozco mi metedura de pata al comprarlo, porque no me di cuenta de esa sutil diferencia hasta que lo empecé. A pesar de todo, quiero que quede bien claro que el nombre de «tinte labial» no me parece del todo apropiado: no tiene tanta fijación como un labial de larga duración, y su color tampoco es muy notable (para que os hagáis una idea, se parece al tono rosado que deja la barra protectora Liposan de ese color). Hay que tener en cuenta que Lush es una marca de cosmética general, no está especializada en maquillaje. Snow Fairy se encuentra a medio camino entre una barra de color y un bálsamo, sin destacar en ningún aspecto, aunque en esto ya me explayo en el apartado siguiente.

Impresiones

Los que me leéis sabéis que soy una gran fan de Lush, y concretamente de sus bálsamos labiales. Los tres que he usado (Honey Trap, de chocolate blanco y miel; Chocolate Whipstick, de chocolate y naranja; y None of your beeswax, un bálsamo vegano con olor cítrico) me han parecido excepcionales, unos productos realmente eficaces para combatir la sequedad de los labios. Al empezar Snow Fairy sabía que no podía exigir las mismas cualidades que en uno de sus bálsamos hidratantes; no obstante, aun así me decepciona que hayan creado un producto tan mediocre en todos los sentidos.

Para empezar, la definición de tinte labial no es en absoluto apropiada a lo que hay en su interior. Se supone que un tinte debe impregnar los labios con un color muy cubriente, y este simplemente deja un tono rosadito bastante natural, que no se parece en nada el fucsia que vemos en el envase. El tono es bonito y me parece favorecedor, ojo, pero pienso que quien lo compre esperando un tinte labial querrá algo más que eso. En segundo lugar, la duración es normalita, apenas una hora. Perdura igual que un bálsamo —en eso sí se parece a sus «hermanos» de Lush—, nada que ver con esas barras que prometen varias horas en su sitio.

Si en los aspectos de colorido y fijación no convence, con los efectos relativos a la nutrición ocurre otro tanto de lo mismo. Snow Fairy hidrata muy poco, incluso noto los labios más secos después de usarlo. Sé que no se le puede pedir que sea tan hidratante como uno de los bálsamos, pero tengo barras normales con color de otras marcas que me aportan más hidratación que esto, así que creo que se lo podrían haber currado más. No hace absolutamente nada contra las pielecitas, de modo que si tenéis tendencia a tener los labios secos como yo, no os lo recomiendo para nada. Quizá puede servirle a alguien que no tenga tantos problemas de sequedad, eso sí.

En definitiva, un producto que ya de entrada no se sabe exactamente qué es (un tinte labial, vale, pero esa presentación tipo bálsamo hace dudar) y una vez usado se demuestra que tampoco cumple en nada. Para dar color a los labios, prefiero comprarme una barra; y para nutrirlos, me quedo con los bálsamos. Un artículo como Snow Fairy no me aporta nada. Su única baza es el olor, y creo firmemente que si no fuera por eso no tendría ningún éxito. ¡Qué pena que hayan empleado una fragancia tan deliciosa en un labial que deja tanto que desear!

Por todas estas características, pienso que Snow Fairy podría ser adecuado para niñas y adolescentes que empiezan a sentir interés por el maquillaje. El labial les dejará algo de color en los labios, pero sin que parezcan payasos, por lo que podrán usarlo con tranquilidad. Además, el aroma y el color rosa les encantarán. Sinceramente, es el único sector en el que pienso que un producto de este tipo puede funcionar; entre las adultas, lo dicho: para dar color, una barra, y para hidratar, un buen bálsamo.

jueves, 28 de abril de 2011

Lush Bubblegum Exfoliante Labial


Exfoliante labial Bubblegum

El exfoliante se presenta en un pequeño tarro transparente que bien podría pasar por el envase de un bálsamo labial. Cada unidad contiene 25 g de producto, que dicho así parece poco pero os aseguro que cunden muchísimo, ya que no hablamos de algo que se use a diario (no sé qué cantidad hay en mi muestra, pero a simple vista da la impresión de ser muy poco y sin embargo llevo meses con él). Su precio es de 6,75€. Teniendo en cuenta lo que dura y que no es un artículo, digamos, básico, creo que no está mal de precio.

A pesar de que se vende como un exfoliante de chicle, su aroma me recuerda más al algodón de azúcar: desprende una fragancia dulzona y golosa, ¡dan ganas de comérselo! Para tratarse de un producto tan «soso» como un exfoliante, lo cierto es que tiene una apariencia inmejorable: además de ese olor delicioso, es de color rosa chillón, muy coqueto y femenino (anda que no saben lo que nos gusta, ¡ja, ja!). De hecho, estos colorantes son los únicos ingredientes no naturales que encontramos en su composición, un detalle que me sorprendió porque normalmente Lush apuesta por lo natural aunque con ello el aspecto de sus artículos no sea el más apetitoso (véase el jabón Farmacia de Guardia, por poner un ejemplo).

Por otro lado, el exfoliante está hecho a base de azúcar (de ahí el olor), cuyas partículas sirven para exfoliar la superficie de los labios; y aceite de jojoba, un clásico en cosmética conocido por sus propiedades hidratantes, entre otras. Lleva la etiqueta de apto para veganos (recordemos que todos los productos de Lush son vegetarianos, pero solo unos pocos pueden considerarse veganos, es decir, que no contienen ningún ingrediente de origen animal).

Cómo se usa

Aunque las expertas en cosmética ya hace tiempo que los usan, me temo que los exfoliantes labiales todavía son unos desconocidos para la inmensa mayoría, entre la que me incluyo. Al igual que las otras variedades de exfoliantes, está indicado para regenerar la capa externa de los labios, suavizarlos y eliminar las posibles pielecitas muertas que podamos tener; no obstante, al tratarse de una zona más delicada, sus partículas son más pequeñas para no dañar los labios. Se recomienda usarlo una vez por semana o cada quince días (en función de cómo tengáis los labios), y sobre todo no olvidéis hidratar la zona con un buen bálsamo después de su uso.

No hay una forma exacta de aplicarlo; lo considero uno de esos productos que cada una emplea a su manera. Podemos coger una pequeña cantidad, frotarla sobre los labios con suavidad y a continuación aclarar con agua; o bien dejarlo un ratito como si se tratara de una mascarilla. Yo he probado ambos métodos y los resultados que observo son exactamente iguales (bueno, si lo dejo reposar corro el riesgo de comérmelo, ¡je, je!). Las partículas son pequeñitas y se adhieren bien a los labios, no se hace engorroso de usar. Con muy poca cantidad en cada uso basta, así que os va a durar mucho tiempo.

Resultados

Hoy en día tenemos exfoliantes para todo: cuerpo, rostro, pies, cabello, labios… Pero ¿son todos necesarios? Desde mi punto de vista, no: comprendo que los exfoliantes para el cuero cabelludo y los pies pueden ser útiles porque su composición difiere un poco de la de los corporales y faciales (que son los básicos, desde mi punto de vista), pero los labiales —al menos este Bubblegum— me parecen la típica necesidad creada por las empresas de cosmética para tentarnos y hacernos gastar más. Vale, todos los cosméticos son necesidades creadas, pero dentro de estas, unas lo son más que otras, y este exfoliante labial se ha convertido en el típico producto que tengo muerto de asco en el cajón.

Me explico: tras aplicar el exfoliante, noto los labios un poco más suaves, pero no veo que quite las pielecitas muertas, ni que las disimule. En general, no obtengo un resultado espectacular. Los bálsamos de Lush (y algunos de farmacia, como ChapSan o Neutrógena), por sí solos, hidratan y regeneran más que este exfoliante, por lo que me resulta totalmente innecesario para el cuidado de los labios. El exfoliante no los daña, por eso podéis estar tranquilos, pero tampoco les aporta gran cosa, de ahí que no le saque partido.

Además, para exfoliar los labios hay una alternativa más económica: el cepillo de dientes, lo pasamos suavemente por la zona y voilà, labios suaves y exfoliados. Si queréis algo parecido a Bubblegum, podéis mezclar un poco de azúcar y aceite: el resultado será idéntico, salvo por el bonito color rosa y la fragancia dulce. Y antes de que me lo digáis, sí, sé que casi cualquier cosmético puede tener una alternativa natural, pero en este caso la tenemos tan al alcance que yo no pagaría casi 7€ por este producto (no cuando los resultados no me convencen).

De todos modos, tampoco quiero crucificar el producto: cada persona es un mundo, y lo que a uno no le gusta, a otro le puede encantar. De hecho, de este exfoliante he leído críticas muy entusiastas, hay chicas que están fascinadas con él y lo consideran un gran descubrimiento. No sé, quizá es que yo no lo uso de la mejor manera, o que tengo unos labios complicados (se me resecan con mucha facilidad); la cuestión es que no me ha parecido para tanto y de entrada no lo recomendaría. Huele (y sabe) muy bien y tiene un aspecto apetitoso, pero ¿qué me aporta todo eso si apenas noto sus efectos? Mejor me quedo con el cepillo de dientes y los bálsamos (que esos sí que son fantásticos, desde que los descubrí no uso otra cosa para los labios).

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