martes, 26 de julio de 2011

Bottega Verde Crema corporal de vainilla y cardamomo

Crema corporal con vainilla y cardamomo de Bottega Verde

A estas alturas no es ningún secreto que me encanta cuidarme y siempre tengo algún potingue en el punto de mira. No pretendo que hagan milagros ni me considero una persona que vive para su físico, más bien se trata de una afición. Al igual que unos disfrutan con los videojuegos, el ciclismo o el dibujo (por decir los primeros ejemplos que me vienen a la cabeza), yo me siento feliz con mis cremitas, mi maquillaje y demás. Me gusta comparar las fragancias de los cosméticos, buscar cuál se adecúa más a mi tipo de piel, etc. Pequeños gestos para verme (y sentirme) mejor. Entre ellos, no puede faltar la crema hidratante corporal: mi piel tiende a estar seca, y me parece importante compensar las agresiones externas con una pequeña ayuda después de la ducha.

Por otro lado, aunque escribo esta opinión en verano, en realidad la crema apareció por primera vez en una colección especial de Navidad que salió hace algunos años. No obstante, tuvo tanto éxito que pasó a formar parte de la oferta permanente de Bottega Verde y ahora mismo podéis haceros con ella en cualquier momento del año (aun así, hay que reconocer que los aromas dulzones y de vainilla en particular suelen sentar mejor en invierno, sin el calor que a veces nos hace aborrecer las fragancias intensas).

La crema en cuestión se presenta en el típico envase que emplea la firma para las cremas corporales: un tubo de plástico, esta vez de color beige y decorado con motivos granates que en efecto sugieren Navidad y fiestas. Se soporta sobre su base, lo que facilita la salida del producto cuando queda poca cantidad. La unidad contiene 200 ml, que me parecen pocos pero es la cantidad habitual de las cremas de Bottega Verde. Su precio sin descuentos es de 12,49 € (caro, sin duda, aunque ya sabéis que en esta marca las ofertas están a la orden del día y por ello no recomiendo comprar nada a su precio normal).

Pese a su exterior beige y su fragancia de vainilla, la crema en sí es de un color blanco muy corriente. Su textura me parece más bien ligera y de rápida absorción (eso sí, sin llegar a parecer un gel o un fluido), cosa que agradezco porque no soporto sentirme pringosa o pegajosa después de aplicarme un producto de estas características. Aprovecho para comentar que cunde bastante, no hace falta aplicar mucha crema porque esta se extiende muy bien por la piel y los resultados no tardan en verse. Sigo pensando que podría traer más cantidad, pero al menos lo que hay se amortiza.

El principio activo estrella de esta crema de vainilla y cardamomo no es otro que la manteca de karité (procedente de agricultura ecológica), que como sabéis se trata de un ingrediente muy empleado en cosmética gracias a sus múltiples propiedades: nutre la piel en profundidad, le aporta elasticidad y tonicidad, la calma y la suaviza. En definitiva, toda una barrera reparadora y protectora frente a las agresiones externas a las que nos vemos sometidos día tras día. Con esto, podéis suponer que es una buena aliada para las pieles secas, aunque Bottega Verde la recomienda para todo tipo de pieles.

Su aroma

Antes de nada, debo advertiros que soy un poco especial para la vainilla. En ocasiones me encanta, es la nota de algunos de mis perfumes preferidos; sin embargo, otras veces me resulta empalagosa y no la puedo soportar. Depende mucho de los otros olores con los que se mezcle. Cuando compré la crema de vainilla y cardamomo lo hice a través de su tienda online y sin haber probado muestras previamente, por lo que soy consciente de que me arriesgué bastante cuando la añadí al carrito. Aun así, me había llamado la atención y preferí no quedarme con el gusanillo dentro.

¿El resultado? No me gusta nada su aroma. Me parece una mezcla de vainilla y caramelo, una combinación que me disgusta muchísimo, aunque soy consciente de que a otras personas les entusiasmará porque por separado son dos notas que suelen funcionar. No es que sea demasiado fuerte o empalagoso (hay fragancias intensas y dulzonas que me encantan), sino que esta mezcla en particular me resulta desagradable. Bottega Verde nos dice que la nota de salida es de limón y cardamomo, pero yo no noto la frescura y el carácter afrutado del primero por ninguna parte. El cuerpo, en efecto, es de vainilla y caramelo, y el fondo de almizcles.

Mi experiencia

Ante todo, digo que mi experiencia está directamente condicionada por su aroma. Siempre he creído que las cremas hidratantes de precio algo elevado se compran por su olor, no tanto por sus propiedades nutritivas (en el supermercado las hay muy buenas y más baratas), de modo que si la fragancia en cuestión no cumple tus expectativas, el producto no puede convencerte. Aun así, y si alguien no está de acuerdo conmigo, al menos dejo la explicación para justificar mi valoración antes de que saltéis a decirme que la crema os parece fantástica.

En cuestión de hidratación, la crema está bastante bien, le daría un notable. Pese a tener una textura ligera y de rápida absorción, sus efectos se notan y no es la típica crema que la piel se bebe enseguida y al rato vuelve a estar como si no te hubieras puesto nada. Tampoco es la mejor del mercado (en este aspecto, me quedo, entre otras, con la nutritiva de aceite de oliva de Deliplus), pero lo dicho: me parece una crema digna de notable en este aspecto. Lástima que en mi caso haya tenido que relegar su uso a las piernas porque no soporto su olor y esta es la única manera de notarlo menos (porque anda que no se sigue apreciando en la piel…).

Si la tengo que comparar con otras cremas, la primera que me viene a la cabeza es la de ámbar de Bottega Verde. Al igual que esta de vainilla y cardamomo, apareció por primera vez en una colección de Navidad y se ha convertido en uno de los artículos fijos de la marca. Las dos tienen envases similares y se caracterizan por sus aromas dulzones y elaborados, aunque para mi gusto me quedo con la de ámbar por mucho. A la hora de cumplir su función, ambas son cremas que se extienden con facilidad y, además de perfumar la piel, la nutren de verdad.

En definitiva, ni la recomiendo ni la dejo de recomendar por diversos motivos. De entrada, porque el tema de los olores es algo muy subjetivo. Creo que la fragancia de esta crema es de las que amas u odias, sin término medio, así que seguro que habrá personas a las que les encante y en tal caso puede ser una opción que tener en cuenta, pues como digo sus propiedades hidratantes cumplen lo que prometen. Sin embargo, si no sois entusiastas de la vainilla o sencillamente os da igual el aroma de las cremas, considero que tenéis opciones mejores y más asequibles. Sin ir más lejos, la citada crema de aceite de oliva de Deliplus o la Babysmile de Schlecker.

jueves, 21 de julio de 2011

Bottega Verde Piel Pura Tónico instantáneo astringente a base de extracto de sauce

Tónico al extracto de sauce de Bottega Verde

El tónico se presenta en un sencillo envase de plástico semitransparente, con el tapón y la etiqueta de color verde clarito. He de decir que no me gusta nada que venga con un tapón en rosca, con lo prácticos que son los de tipo clic este parece del siglo pasado. Su presentación es exactamente igual a la del gel limpiador de la misma línea (cosa extraña, pues los geles suelen venir en un tubo con soporte sobre la base —mucho más cómodo). Contiene 125 ml de tónico y su precio sin descuentos asciende a 14,99 €. Me parece caro porque no me ha ido bien y en mi opinión trae muy poca cantidad, pero tampoco es un coste prohibitivo para quienes les funcione.

Hablando del tónico en sí, es de color transparente y desprende una fragancia vegetal muy agradable (hasta me gustaría como colonia fresquita, me recuerda a algunas de Yves Rocher que usé hace siglos). Entre sus principios activos, destacan el evermat, un extracto de una planta africana que por lo visto se emplea para controlar el exceso de sebo en pieles mixtas y grasas; el ácido salicílico (que forma parte del extracto de sauce que da nombre al producto), muy empleado en productos anti-acné por sus propiedades exfoliantes contra los granitos y los puntos negros; el laricyl, un compuesto procedente de un hongo que se caracteriza por su poder astringente y tonificante; finalmente, el tónico lleva sulfato de potasio, que nos interesa por sus características bactericidas. Os recuerdo que esta cadena no experimenta con animales.

Así pues, queda claro que este tónico al extracto de sauce está indicado para pieles mixtas/grasas con impurezas. Más específicamente, Bottega Verde lo recomienda para pieles acneicas de todas las edades. Nos promete reducir los poros, regular la producción de grasa del rostro y ayudar a secar esos molestos granitos. Aprovecho para comentar que si tenéis la piel mixta pero sin acné, dentro de esta misma marca tenéis la línea al extracto de pepino, que está bastante bien.

Resultados

La composición suena muy bien, el aroma es agradable y fresquito, Bottega Verde en su momento me gustaba mucho… Sin embargo, con este tónico me llevé una decepción. No noté ningún resultado: ni más tonicidad, ni más suavidad, ni una frescura especialmente notable (para esto último me gusta el de piel grasa de Deliplus). No hace falta que diga que tampoco observé que controlara la grasa o me ayudara a reducir los poros abiertos y el número de granitos. Me pareció totalmente ineficaz, era como no echarse nada. Comprendo que eliminar el acné es muy difícil —de hecho tuve que probar muchos productos hasta dar con una solución—, ahora bien, al menos podría regular un poco el exceso de sebo o aportar algo de luminosidad a la piel. ¡Ni a eso llega!

Por si fuera tónico, se me gastó enseguida, es uno de los tónicos que menos me han durado (y mira que los tónicos suelen cundir…). El de piel grasa de Deliplus (que lo uso desde hace más de un año) lleva 200 ml y cada unidad me dura una eternidad. Creo sinceramente que por el precio que tiene los de Bottega Verde podrían estirarse más, 125 ml es una cantidad irrisoria para un tónico que se usa dos veces al día.

A pesar de lo malo, reconozco que el tónico no me ha producido ningún efecto adverso: ni irritaciones, ni picores, ni sequedad (cosa que sí me ha ocurrido con otros que eran demasiado fuertes). En fin, que cuando digo que ha sido como no echarse nada lo digo en un amplio sentido. De todo esto deduzco que se trata de un tónico suave, que puede ser utilizado por cualquiera sin temor, aunque también existe la posibilidad de que se os quede corto en cuanto a efectividad, como me ha ocurrido a mí.

De todos modos, y como siempre digo, cada piel es un mundo y más si hablamos de problemas de acné. En Internet encontraréis opiniones muy positivas de este tónico, y yo no pretendo convencer a nadie de lo contrario. Simplemente, hay que entender que los granitos tienen causas diferentes y lo que a uno le funciona a otro puede hacerle daño o no servirle de nada. Dentro de lo malo, al menos me alegra que este tónico no resultara agresivo para la piel, así que si estabais pensando en probarlo os podéis quedar con esa idea.

En definitiva, no repetí la compra en su momento y no tengo ninguna intención de hacerlo ahora. El tónico no me sirvió de nada, no noté ninguna mejora y ni siquiera me hizo efecto con los aspectos más básicos de un producto de este tipo (es decir, aportar tonicidad y luminosidad al rostro). Es un producto demasiado suave, ineficaz para ciertos problemas. No lo puedo recomendar, es obvio, aunque como todo habrá gente que esté encantada con él. En lo que a mí respecta, me parece agua perfumada.

martes, 19 de julio de 2011

Lush Acondicionador Crema Americana

Lush Crema Americana

El acondicionador Crema Americana se presenta en una sencilla botella de plástico, con la etiqueta y el tapón de color negro, acorde con el resto de productos de Lush (siempre muy minimalistas). El bote de 100 gramos cuesta 6,25 €, que me parecen excesivos aunque como ya he dicho más de una vez las características que ofrece Lush justifican ese coste. Si no os veis con ánimos de arriesgaros y comprarlo por ese precio, os recomiendo que pidáis una muestra. Así es como lo he probado yo, puesto que me llenaron el tarrito de plástico que utilizan para permitir que conozcamos sus artículos líquidos (en la visita a la tienda compré otras cosas, claro).

Crema Americana es de color blanquecino y tiene la textura habitual de un acondicionador, es decir, ni tan líquida como un champú ni tan untuosa como una mascarilla. Se reparte bien por el pelo y cunde normal (no vendría mal que el envase llevara más cantidad, la verdad). Contiene vainilla, salvia, lavanda y benjuí, que le dan un aroma agradable y aportan agentes nutrientes para el pelo, y también miel, naranjas y otras frutas que luchan contra el encrespamiento. Con respecto al olor, había leído comentarios que se referían a él como el rasgo distintivo de este acondicionador; no obstante, desde mi punto de vista no es para tanto: huele bien, pero en el cabello apenas noto la fragancia.

A diferencia de muchos productos capilares (tanto de supermercado como de parafarmacia, puesto que los bálsamos y mascarillas de mi querida Klorane también se incluyen en el lote), Crema Americana no lleva siliconas. ¿Qué son las siliconas? Unos ingredientes que hacen que tu pelo luzca más bonito pero, ojo, solo en apariencia (se pueden identificar por las terminaciones -cone, -xane y –conol). Se adhieren a él, reducen su tacto seco, pero no lo tratan en profundidad. Tampoco hacen daño (así que si usáis champús que las lleven no os tenéis que preocupar), pero si queréis tener un pelo mucho más sano es recomendable pasarse a los productos que no las llevan, como todos los de Lush.

Podéis usar Crema Americana como cualquier otro acondicionador: después del champú, lo dejamos en el cabello un par de minutos y a continuación aclaramos. En Lush aconsejan aplicarlo solo desde la mitad del pelo hasta las puntas, pero yo lo aplico por toda la melena y no he tenido problemas (con lo único que hay que tener cuidado es el cuero cabelludo, si tenéis tendencia a que se engrase, aunque eso puede pasar con este y con cualquier otro).

Mi experiencia

Tengo el pelo seco y fino, con tendencia a encresparse. El resultado tras la aplicación de la Crema Americana ha sido muy bueno: deja el pelo hidratado y suave, se ve bonito. Eso sí, le pongo un pero: al lado de otros acondicionadores, este se queda un pelín corto en hidratación. A pesar de no notar el cabello seco, con otros he apreciado que quedaba más nutrido. Con esto concluyo que el acondicionador Crema Americana es más adecuado para cabellos normales o tirando a secos que para aquellos muy secos. Desconozco cómo actuará en un pelo graso.

Por otro lado, otro aspecto que me ha gustado mucho es que proporciona mucho cuerpo al cabello, lo noto más suelto y con vida. Esto, en un pelo seco que tiende a estar apagado como el mío, tiene mucho mérito. Si os daba miedo que el acondicionador restara volumen, podéis estar tranquilas. Esto confirma lo que os decía antes con respecto al tipo de pelo en el que Crema Americana puede funcionar mejor.

En los otros puntos, la Crema Americana se queda en un acondicionador normalito: no noto que dé más brillo (el champú Sublime es genial para ello), ni tampoco me ayuda a desenredar (para esto último, me va genial la mascarilla Marilyn). De todos modos, esto no empeora mi opinión sobre el producto porque en ningún momento lo usé con esas expectativas. Cuando me aplico cualquier bálsamo en el cabello, busco que lo nutra sin apelmazarlo, es la necesidad básica de mi pelo, y con este, sin ser tampoco el mejor, lo conseguí.

En relación con las siliconas de las que os hablaba antes, si pasáis de usar productos que las llevan a otros que no es posible que necesitéis pasar un periodo de adaptación. O en otras palabras, que tal vez de entrada no os gusten los resultados. Yo no he tenido problemas porque los champús de Klorane que uso habitualmente tampoco contienen siliconas, de modo que mi pelo estaba un poco acostumbrado y el cambio no ha resultado tan brusco. Ahora mi intención es sustituir los bálsamos y mascarillas de Klorane (que sí llevan siliconas) por los correspondientes de Lush, más sanos. De ahí que últimamente os esté dejando opiniones de artículos que estoy probando a través de muestras: Crema Americana, Marilyn, Spa

A propósito de Spa, como es el único acondicionador de Lush que he usado hasta el momento (además de la Crema Americana que os comento hoy), quiero aprovechar para hacer algunas comparaciones entre ambos. Para empezar, por mucho que se encuentren en la misma categoría, Spa se caracteriza por aportar una hidratación mayor, es el acondicionador de nutrición intensa por excelencia, el mejor para cabellos muy secos (y por ende, el más adecuado para mí). Cuando lo probé no me pareció la octava maravilla, pero sí que hidrata más que Crema Americana y me gustó lo suficiente como para comprarlo. Si tuviera que recomendarlos, diría que Spa está bien para cabellos secos o muy secos y Crema Americana para normales o normales tirando a secos. Ambos valen la pena, eso lo tengo claro, aunque por mi parte me quedo con Spa. Aprovecho para decir que ninguno de los dos me ha producido efectos adversos ni me ha engrasado el pelo.

jueves, 14 de julio de 2011

Bottega Verde Crema corporal Iris


Crema corporal Iris

Esta crema de Iris se presenta en el envase de plástico con soporte sobre la base tan habitual de Bottega Verde. Es de color blanco y lila, con una imagen de esta flor estampada. Una presentación sencilla, pero ¿para qué queremos más? Cada tubo contiene 200 ml y cuesta 12,49 €, que en mi opinión es demasiado para la poca cantidad que trae (y lo básica que es la crema, aunque de eso hablaré más tarde). Yo la he probado mediante dos tubos del formato de viaje, que contienen 50 ml cada uno y me costaron poco más de 1 €. Desconozco si en estos momentos se siguen lanzando este tipo de promociones con la misma frecuencia que antaño. Hace tiempo eran uno de los mayores atractivos de la marca, ya que te permiten descubrir un producto de manera más adecuada que con una simple muestra.

A diferencia de la mayor parte de cremas, esta no es blanca sino que tiene una tonalidad lila pálido, a juego con su envase y contenido. Su textura es ligera, se extiende con facilidad por la piel y gracias a ese tacto liviano me parece agradable de usar. Asimismo, se absorbe bastante rápido, un detalle que siempre se agradece, sobre todo en esta época del año en la que nos toca sufrir calores y sudores a mansalva. Digamos que en los aspectos externos no creo que decepcione a nadie, pues se corresponde perfectamente a la típica crema que a todas nos gusta usar.

Con respecto a su composición, la crema contiene glicerina, la base de casi todos los cosméticos, que se encarga de mantener la hidratación natural de la piel; karité, un principio activo de sobra conocido por sus propiedades nutritivas y calmantes, entre otras; y leche de iris, que se extrae de la planta que lleva el mismo nombre y proporciona agradables sensaciones olfativas, además de ser apta para pieles sensibles. El aroma, como no podía ser de otro modo, se inspira en la flor que le da nombre: un olor floral puro, sin mezclas extrañas. No me disgusta del todo y lo considero una fragancia suave y fácil de soportar; aun así, hay otras que me gustan más.

Resultados

¿La crema cumple sus promesas de hidratación en profundidad? Desde mi punto de vista, no: después de usar los dos tubos de crema no he apreciado grandes cambios en mi piel. La crema hidrata, se nota que algo hace, pero su acción no es tan intensa como la de otros productos. La considero una de tantas cremas normalitas que, si bien no se pueden considerar malas, para alguien que de verdad tenga un problema de sequedad cutánea resultarán totalmente insuficientes. En ese caso recomiendo por ejemplo la crema nutritiva con aceite de oliva de Deliplus, o la crema nutritiva (a secas) de Dove.

Eso sí, en cuestiones aromáticas no decepciona: su fragancia floral se mantiene en la piel y le da su particular toque primaveral, pues eso es lo que me transmite este olor. Flores, frescura, buen tiempo, días soleados agradables… Primavera, en una palabra. Como os decía antes, se trata de un aroma suave y agradable, que aunque no os entusiasme lo podréis soportar sin problemas. Para que os hagáis una idea, sus notas son una mezcla de rosa y violeta (yo noto más esta última).

Teniendo en cuenta todo esto, pienso que la crema es demasiado cara para lo que ofrece. A mi parecer hidrata menos que algunas cremas de supermercado más baratas y fáciles de encontrar (Deliplus, Dove, Natural Honey…), y su aroma no me parece tan embriagador como para pagar 12 € por él. Esto irá a gustos, claro, pero para que yo me gaste semejante cantidad en una crema corporal esta tiene que aportarme algo que no tengan otras, y no creo que su perfume esté tan logrado o sea tan especial como para merecer ese desembolso. Ni aunque las fragancias florales os gusten más que a mí.

En general, salvo que os gusten mucho los aromas florales, no puedo recomendar su compra. No me parece mala en absoluto, simplemente creo que su precio resulta excesivo para lo que encontramos en el interior y considero que en el mercado hay muchas alternativas mejores y más baratas. Eso sí, en oferta no es una mala opción, así que si la veis podéis aprovechar. Yo no repetiría ni con el formato de viaje porque la fragancia no me ha entusiasmado, pero no me arrepiento de haberla comprado porque tenía curiosidad por probarla y estos tubos pequeños son muy prácticos para ello.

martes, 12 de julio de 2011

Lush Jabón de regaliz


Jabón de regaliz de Lush

El jabón de regaliz de Lush es uno de los más sosos en apariencia: una pastilla de carbón (negra, naturalmente), lisa y sin adornos. En parte me gusta que algunos artículos de esta marca no sean bonitos por fuera: esto demuestra que apuestan más por una composición natural y cuidada que por un exterior llamativo. En el caso concreto de este jabón, podréis adquirir una porción de 100 gramos por el módico precio de 7,95 €. Los jabones faciales son uno de los productos que más cunden de Lush (este me va a durar meses y meses), de modo que no lo considero caro en absoluto.

Confieso que es la primera vez que uso un cosmético de carbón. ¿De verdad este ingrediente será bueno para la piel, no resultará agresivo…? Esas dudas me planteé yo en su momento y probablemente a alguno de los que me leéis también se le habrán ocurrido. La respuesta es no: el carbón absorbe el exceso de sebo y actúa como exfoliante, sin llegar a ser tan potente como otros. También contiene regaliz, con propiedades calmantes y desintoxicantes; aceite de palo de rosa, eficaz para prevenir el envejecimiento, y aceites de sándalo y coco para suavizar la piel. Al igual que muchos jabones de Lush, lleva la etiqueta de apto para veganos. Huele a regaliz, pero tranquilos: no es un aroma fuerte y aunque no os guste lo podréis soportar sin problemas (lo digo por experiencia).

Las indicaciones de este jabón son bastante claras: se aconseja para pieles mixtas y grasas que ya han pasado la etapa de la adolescencia (de ahí que reúna principios activos para regular la grasa y a la vez prevenir las primeras arrugas y líneas de expresión). Al contrario de lo que mucha gente cree, los problemas de piel grasa no se limitan a la gente joven: hay adultos con acné, y es que como he dicho más de una vez las causas de esta afección de la piel pueden ser muy diversas. En Lush son conscientes de ello y además del jabón de regaliz disponen de otras variedades para adaptarse a las necesidades de todos sus clientes potenciales.

Mi experiencia

Antes de nada, como preveo que me voy a pasar el resto de opinión haciendo comparaciones con Farmacia de Guardia, os hago una pequeña aclaración:

- Farmacia de Guardia: jabón de Lush indicado para pieles problemáticas, con independencia de su edad. Tanto puede valer para el acné como para pieles sensibles, e incluso sirve como calmante si nos hemos expuesto demasiado al sol. Entre otros principios activos, lleva calamina, aceite de árbol de té y lavanda, conocidos por sus propiedades antisépticas, curativas y calmantes.

- Jabón de regaliz: jabón de Lush adecuado para pieles mixtas o grasas que ya han superado la adolescencia. Contiene ingredientes anti-envejecimiento, y en su descripción en ningún momento se hace alusión a los granitos (aunque es un problema que a menudo va ligado con el exceso de grasa). Está hecho a base de carbón, regaliz y los aceites que he enumerado más arriba.

La conclusión que saco yo de esto es que una persona con piel grasa podría utilizar cualquiera de los dos; sin embargo, una persona que además de piel grasa tenga acné, no. Y os cuento mi caso.

El jabón de regaliz de Lush me parece un gran limpiador. Llevo más de un mes usándolo mañana y noche, y he observado que limpia la piel en profundidad y, al contrario de lo que podría parecer por su aspecto, ni la reseca, ni la daña ni la irrita lo más mínimo. Pese a tener acción exfoliante, no es comparable a un exfoliante como tal y lo podemos usar a diario sin preocuparnos. Tras esa limpieza habitual, noto que mi piel queda mate y sin brillos.

Ahora bien: dadas las características de mi piel, no me basta con que el jabón combata los brillos. Necesito que actúe contra los granos y prevenga su aparición. Eso no lo consigue: no me va bien para el acné, desde que lo uso me vuelven a salir granitos (incluidos algunos tipo quiste que con el Farmacia de Guardia habían sido prácticamente erradicados). No estoy como si no me echara nada; digamos que algo hace, pero es menos efectivo que el otro jabón. Lo mismo ocurre a la hora de atenuar las rojeces: no hace nada. No es que el Farmacia de Guardia fuera milagroso y las borrara de un día para otro, pero su contenido en aceites calmantes servía para que a la larga se fueran notando menos.

Asimismo, tampoco he observado que reduzca los poros dilatados. Por mi tipo de piel suelo tener muchos puntos negros en la zona de la nariz, barbilla y parte de las mejillas, y en función de los productos que use se notan más o menos. Con el jabón de regaliz, permanecen igual, no he visto ninguna mejora. Eso sí, aquí debo reconocer que lo he usado en una mala época para evaluar su efectividad al respecto: todos sabemos que con el calor la piel grasa suele ponerse peor y los poros están en su pleno esplendor.

En definitiva, creo que me equivoqué al comprarlo porque no es el más adecuado para mí. Quizá a una persona que no tenga granitos o solo le salgan de vez en cuando se sentirá satisfecha con este jabón; no obstante, mi problema desde luego es más severo y necesito un producto específico como el Farmacia de Guardia. Por eso no puedo ponerle una nota mala al jabón de regaliz, porque creo que parte de la decepción es culpa mía. En general, no lo considero malo en absoluto: es un buen limpiador y, además, cunde muchísimo, incluso más que el Farmacia de Guardia (y este también dura que da gusto).

jueves, 7 de julio de 2011

Lush Jabón Lady Catrina


Lady Catrina, jabón para cuerpo y manos

Cumplo años en fechas cercanas a la noche de Halloween y el año pasado alguien tuvo la ocurrencia de regalarme este jabón, que pertenece a la edición limitada de la colección especial que había en esos momentos. Así pues, solo encontraréis Lady Catrina cuando se acerque el 31 de octubre (eso si lo vuelven a vender, claro). ¿Qué hago hablando de un jabón de otoño en pleno verano?, os preguntaréis. Muy sencillo: su aroma me horrorizó tanto cuando lo saqué del paquetito que he ido retrasando su uso meses y meses (total, por falta de geles y jabones de ducha no será). Al final, sin embargo, decidí cogerlo hace unas semanas porque me empezaba a dar miedo que se estropeara.

Lady Catrina (también lo encontraréis como Lady Katrina, con K) es un jabón muy llamativo a simple vista: base de color morado oscuro y abundantes detalles de colorines por encima. No obstante, ya sabéis que en Lush os cortan la porción en la tienda, de modo que el que os toque un trozo más bonito o feo será cuestión de suerte. El mío es casi todo morado, con un poco de naranja; nada del otro mundo, pero lo que importa es que funcione. El precio para los 100 gramos es de 4,50 €, que no me parece excesivo porque se amortiza.

¿Qué tiene de particular su olor para que me disgustara tanto al principio? Desde mi desconocimiento en materia de fragancias (me encanta todo lo que tenga que ver con la cosmética, pero soy extremadamente torpe para identificar las notas de un perfume) habría dicho que huele a algo especiado, muy fuerte. Al indagar un poco, descubrí que está hecho a base de una planta llamada agave —la misma de la que se hace el tequila—, lima y nerolí. Estamos ante un jabón que huele a chupito. Curioso, ¿verdad? ¡Esto solo lo podían hacer en Lush! Mis gustos suelen tirar por los aromas afrutados, florales o dulces, así que este me produjo un rechazo inmediato, aunque con el tiempo me he acostumbrado a él y puedo usarlo sin problemas.

En apariencia se aleja bastante de los jabones clásicos de Lush (salta a la vista que lleva colorantes y perfume); aun así, sus principios activos son los mismos que anoté en mis comentarios de La Madrina, Rock star y Sultana: aceite de colza, que contiene vitamina E y ácidos grasos; aceite de coco, de sobra conocido por sus propiedades hidratantes, además de ser un limpiador eficaz; y glicerina, la base de cualquier jabón. Además, su composición no contiene ningún ingrediente de origen animal, por lo que es apto para veganos.

Resultados

El jabón limpia la piel estupendamente. Hace bastante espuma, se extiende con facilidad y con una sola pasada te proporciona una gran sensación de limpieza (lo normal, vaya, aunque su aroma de entrada pueda echar para atrás). No es de los más cremosos, pero aun así va genial. Si tuviera que compararlo con los otros que he usado, diría que se parece bastante a La Madrina (fragancia aparte). Rock star y Sultana me parecieron mucho más suaves y untuosos.

Ahora bien, la mejor cualidad de Lady Catrina no es su poder limpiador, sino lo mucho que cunde: cada porción pequeña me da para unas cuantas duchas. Justo antes había usado el jabón Sultana, que se me gastó enseguida, y he valorado mucho que con este no ocurra. Supongo que todo se debe a la cremosidad de uno frente a otro: cuanto más cremoso, menos va a durar (aunque esos tienen la ventaja de ser mucho más agradables al tacto y respetuosos con la piel). Sé que de entrada estos jabones pueden parecer caros al lado de los geles de marca blanca, pero si pilláis uno como este desde luego vais a amortizar el dinero.

Por otro lado, a pesar de que no hidrate como Rock star o Sultana, no he notado que me reseque la piel. Al salir de la ducha la noto normal, ni tirante ni más suave. Digamos que por su aspecto poco natural pensaba que podía fallarme en este punto, y por fortuna no ha sido así. Por mucho que en Lush inventen fragancias estrambóticas y poco corrientes, la base de sus productos sigue siendo la misma y su calidad no baja (al menos con Lady Catrina). De todos modos, nunca está de más usar una crema o loción corporal para hidratarnos mejor.

Hablemos ahora de su aroma. Antes os lo he descrito, pero ¿qué ha pasado para que haya dejado de disgustarme? Simplemente me acostumbré. Los dos primeros días me producía un rechazo absoluto (incluso lo alterné con un gel de ducha, cosa que no suelo hacer últimamente); después ya no me costó nada cogerlo. Hay que tener en cuenta que, aunque su olor no guste de entrada, no es lo mismo la fragancia de un jabón que la de un perfume o colonia. El perfume es más intenso y lo llevas puesto todo el día, mientras que la fragancia del jabón se nota cuando lo acercas a tu nariz, en la piel es mucho más suave. Gracias a eso puedo sacarle partido, porque como colonia sé que no podría usarlo. A propósito del aroma, se supone que la fragancia va bien para revitalizarse, aunque yo suelo pasar bastante de estas cosas.

Y dicho todo esto, creo que no tengo nada más que añadir sobre Lady Catrina. De nuevo vuelvo a insistir en que no cuesta nada cambiar el gel de ducha por un jabón sólido: al principio choca, y desde luego no es la mejor opción para el uso familiar, pero supone una gran alternativa a los geles envasados que tanto contaminan. Además, en este caso particular, el jabón cunde tanto o más que un producto líquido. Tenemos que concienciarnos más sobre la cosmética natural y el reciclaje.

martes, 5 de julio de 2011

Lush Marilyn Mascarilla


Marilyn, una mascarilla capilar

La mascarilla Marilyn se presenta en el sencillo tarro negro de plástico tan habitual en Lush, aunque yo la he probado mediante dos muestras que me sirvieron en sendos envases transparentes (en esta tienda no dan muestras en sobre, sino que te sirven la porción en un recipiente desechable o envuelta en papel, en el caso de los productos sólidos, lo que permite probar el artículo como Dios manda porque hay cantidad suficiente para más de un uso). Cada unidad contiene 225 gramos y su precio es de 12,75 euros. Sí, es cara, y podría traer más cantidad, pero como digo siempre, Lush ofrece muchos beneficios que otras marcas no tienen.

La mascarilla en sí es de color amarillo (más claro del que se ve en las fotos de la web), tiene una textura ligera para ser una mascarilla (tened en cuenta que la que uso habitualmente es más bien una manteca, así que a su lado casi cualquier cosa me parece liviana) y se extiende bastante bien por el cabello. Entre sus principios activos destacan la camomila, con propiedades calmantes y aclaradoras del tono en melenas rubias y castañas; el gel de lino, que nutre y suaviza; zumo de limón, para dar brillo, y finalmente azafrán, que aporta reflejos dorados. Lleva la etiqueta de apto para veganos, por lo que no contiene ningún ingrediente de origen animal, y os recuerdo que no contiene siliconas, al igual que el resto de productos capilares de Lush. Le noto un aroma alimonado, pero con una mezcla extraña, porque a ratos me huele bien y a ratos no tanto. De todas formas, como comentaré más abajo, la fragancia de Marilyn es lo de menos porque luego no se nota.

Sabéis que Lush no escoge los nombres de sus productos al azar. En este caso, Marilyn, con ese tono amarillo y su alto contenido en camomila, solo podía hacer referencia al mito del cine: Marilyn Monroe. Un buen gancho para llamar la atención de las coquetas, no hay duda. La mascarilla está indicada para pelos rubios y castaños claros, y entre sus promesas destacan el brillo, el volumen y un acondicionamiento total del pelo. No nos vamos a convertir en Marilyn por usarlo, pero si cumpliera estas cosas no estaría nada mal, ¿verdad?

Modo de aplicación

A diferencia de la mayor parte de mascarillas capilares (al menos las que yo he usado toda la vida), esta se aplica antes de lavar el pelo. Tenemos que extenderla generosamente por la melena seca (yo aprovecho para pasar el peine, así se reparte mejor) y dejarla actuar unos quince o veinte minutos antes de aclarar. Supongo que habrá gente que la deje más rato, como con las mascarillas convencionales, aunque yo con un cuarto de hora tengo más que suficiente para observar resultados. Después de eso, podemos lavarnos el pelo con normalidad, con nuestro champú habitual. Y al igual que otros productos similares, lo recomendable es usarla de forma periódica, una vez a la semana o cada quince días, por ejemplo.

Resultados

En el momento de aclarar el pelo noté el primer efecto: una suavidad extrema. Tengo el pelo fino y seco, por lo que me vienen genial los productos capilares que hidratan y nutren en profundidad. Con Marilyn no tenía grandes expectativas en este aspecto porque de entrada parece que destacarán más sus efectos de volumen y brillo, así que los resultados han sido una grata sorpresa para mí. Una vez seco, la melena sigue suave y nutrida, de modo que la mascarilla cumple perfectamente su función. No tiene nada que envidiar a las específicas para cabello seco.

En segundo lugar, Marilyn me deja el pelo muy desenredado, no he necesitado usar productos complementarios para tal tarea en las dos veces que me la he aplicado. Os advierto que llevo el pelo muy largo, y entre unas cosas y otras se me suele enredar con suma facilidad, así que me maravilla que sea tan efectiva incluso en cabellos complicados.

Por otra parte, la mascarilla cumple otra de sus promesas: en efecto, aporta bastante brillo, aunque en este punto he encontrado otros artículos con unos resultados similares. Dentro de Lush, el champú Sublime da aún más brillo gracias a la sal marina que contiene; en otras marcas, los productos de las líneas de camomila y pulpa de cidra de Klorane también me han ido muy bien a la hora de dar luz al cabello. Hago estas comparaciones para que tengáis alternativas en el caso de que no tengáis una tienda Lush cerca o no os gusten los productos con camomila.

Hablemos ahora de sus supuestos efectos para aclarar el tono. De entrada, tengo que deciros que mi pelo es de un color castaño de lo más común (ni siquiera castaño claro, se me ha oscurecido con los años), y si uso productos con camomila no es para aclararlo, sino porque en general me van bien y noto que le aportan mucho brillo. En el caso de Marilyn, no he apreciado que me lo aclare, pero claro, solo lo he usado dos veces. Con un uso continuado podréis conseguir un tono parecido al que queda después de tomar el sol. Nada más: esto no es un tinte; si queréis volveros rubias mejor que busquéis otra cosa, que la acción de la camomila es muy sutil.

A decir verdad, no le encuentro ningún defecto a la mascarilla. Me va fenomenal y, al contrario de lo que se podría pensar, no me ha engrasado nada y el pelo me dura limpio el mismo tiempo que siempre (claro que de por sí me dura bastante, en un cabello graso no sé qué tal irá). Lo único que le puedo objetar es que la promesa del volumen no se cumple en mí: veo mi pelo igual, ni con más volumen ni con menos. De todos modos, como al llevarlo tan largo sé que es muy difícil darle un volumen a lo Marilyn, no se lo tengo muy en cuenta. Con que no me lo aplaste más de lo que está, me basta. Quizá en una melena más cortita funcione mejor.

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