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martes, 13 de septiembre de 2011

Lush Jabón Cariño he lavado a los niños


Cariño he lavado a los niños, jabón de ducha y manos

Hay artículos que nos atraen por su aspecto, otros lo hacen por una recomendación… En esta ocasión, creo que estaréis de acuerdo conmigo en que lo más llamativo de este jabón es su nombre: Cariño he lavado a los niños (a partir de ahora lo llamaré simplemente Cariño), supongo que inspirado en la película Cariño, he encogido a los niños. En Lush se muestran muy imaginativos y en lugar de llamar a sus productos algo parecido a «Jabón de miel con aloe vera y aceite de coco» optan por nombres concretos y curiosos que no describen tanto la composición del cosmético.

Cariño tiene una estética menos colorida que la de otros jabones de Lush, pues es de un sencillo color beige tirando a marrón clarito. Tiene una textura suave, que nos da pistas de su alto contenido en crema. En su parte externa destaca una capa más dura y oscura, que como comentaré más abajo no me ha gustado nada. Con respecto a su aroma, huele a toffee, una fragancia que nunca me ha entusiasmado aunque sé que tiene muchos fans. Por suerte, aquí el olor es más bien suavecillo y no ha llegado a resultarme molesto. Su ingrediente destacado es la miel —que tiene propiedades calmantes e hidratantes—, pero también contiene aloe vera y aceites de colza y coco, principios que encontramos en casi todos los jabones de la firma.

A pesar de lo que pueda transmitir su nombre, no se trata de un producto ideado únicamente para los niños, por mucho que a estos les llame la atención su particular aroma de caramelo. Los adultos también podemos usarlo y disfrutarlo con tranquilidad. Yo lo he empleado para la ducha, pero también se recomienda como jabón de manos (igual que La Madrina, el primero que probé). Podéis adquirir una porción de 100 gramos (siempre aproximados, ya que cortan el trozo en la tienda y es difícil que quede la cantidad exacta) por 4,95€. No lo considero caro; aun así, reconozco que sale más económico un gel de ducha de supermercado.

Resultados

El jabón Cariño hace mucha espuma y gracias a ello proporciona una gran sensación de limpieza. Ahora bien, esto tiene su inconveniente: al hacer más cantidad de espuma, se gasta enseguida. Lo usé justo después de Lady Catrina —que es todo lo contrario en este aspecto, cunde muchísimo— y noté la diferencia. En este punto, se asemeja bastante a Sultana, uno de los jabones más cremosos y agradables de Lush. Aun así, yo de vosotros no dejaría de interesarme por Cariño por este motivo porque nunca viene mal darse un capricho y os aseguro que este artículo tiene muchas cualidades que compensan su gran fallo.

Hablando de sus virtudes, noto que cuida la piel y, además de dejarla limpia, no la reseca (no me extraña que se recomiende como jabón de manos). Su alto contenido en miel y aceites hace su función, no hay duda. Sé que hasta ahora he dicho lo mismo de todos los jabones de Lush de los que he opinado (La Madrina, Rock star, Sultana, Lady Catrina y creo que ya está) y podría parecer que este efecto se debe más a mi piel que a su efectividad; no obstante, os adelanto que con el que estoy usando ahora no he tenido tanta suerte porque me deja la piel tirante. ¡No todos podían ser perfectos! Ya escribiré la opinión correspondiente más adelante.

Para los amantes del olor a caramelo, lamento deciros que la fragancia apenas se percibe en la piel (era de esperar porque ni siquiera en la pastilla es demasiado intensa). Como os imaginaréis, esto para mí es una ventaja, un aroma más fuerte me empalagaría. Creo que su suavidad lo hace apto para más gente y hasta puede ser una buena opción para regalar junto a otros productos de Lush (todo lo contrario del citado Lady Catrina, cuyo aroma inspirado en un chupito de tequila me pareció fuerte en exceso y no pienso repetir aunque en todo lo demás vaya muy bien).

Antes os decía que la capa externa me ha resultado molesta. Veréis, no sé de qué está hecha exactamente, pero el caso es que tarda más en deshacerse que el jabón en sí y eso tiene un gran inconveniente: la costra rasca la piel de una forma bastante desagradable; al final no me quedó otro remedio que arrancarla. Si solo es un adorno y su presencia no altera las propiedades del jabón, yo optaría por quitarla.

A todo esto, no olvidemos que usar un jabón sólido es mucho más ecológico que comprar el gel de turno. Los envoltorios contaminan bastante y hay gente que todavía no está concienciada con los temas de reciclaje. Con los jabones de Lush solo consumimos el papel con el que nos lo envuelven en la tienda y, si queremos, un poco de papel film para guardarlo en casa. Nada que ver con las típicas botellas de los geles de ducha. Además, una vez te acostumbras, no cuesta nada ducharse con una pastilla de jabón.

En definitiva, Cariño he lavado a los niños me parece un jabón más que recomendable: desprende un aroma que gusta a la mayoría, limpia la piel en profundidad sin resecarla y su formato sólido es más respetuoso con el medio ambiente que los geles líquidos a los que estamos acostumbrados. Me gusta menos que otros de Lush (en estos momentos me sigo quedando con Rock star y Sultana, aunque este último dure tan poco) porque su fragancia no es de mis favoritas, pero no puedo negar que en resultados no tiene nada que envidiarles. Le quitaría la capa externa, eso sí.




martes, 16 de agosto de 2011

Lush H'Suan Wen Hua Mascarilla

H’Suan Wen Hua, la mascarilla más vegetal de Lush

H’Suan Wen Hua es una de las mascarillas capilares más exitosas de Lush. Se presenta en un tarro de plástico negro con capacidad para 225 g de producto y cuesta 12,95 €, un precio un poco elevado para quienes estén acostumbrados a los artículos de supermercado, pero al lado de la mascarilla de farmacia que usaba anteriormente me sale bastante más barato. Su presentación no tiene nada de singular, sigue el mismo estilo que el resto de tratamientos para el cabello de la firma.

Una vez abierto el tarro (o en mi caso, el envase de la muestra) nos encontramos con una mascarilla de color beige y textura cremosa, fácil de untar por el cabello. Con el olor, hay opiniones encontradas: el aroma está inspirado en una ensalada, pero no en una ensalada con lechuga, tomate y vinagre, sino a una con plátano y otros ingredientes. A decir verdad, por mí misma no habría dicho que huele a ensalada, ni siquiera destacaría el plátano. Su fragancia me hace pensar en comida sana, pero no en una mezcla que coma habitualmente (supongo que no le pusieron un nombre oriental en vano). Y he de decir que me encanta, me resulta muy agradable. Sin embargo, en otras reseñas he encontrado que hay mucha gente que lo considera un punto negativo. Cuestión de gustos (y total, al aclarar ya no se nota).

Con respecto a su composición, contiene berro, que le aporta vitaminas; huevos frescos, que de toda la vida se ha dicho que van fenomenal para el pelo por su proteína; pasta de plátanos, de alto poder hidratante; aceite de oliva, muy nutritivo también, y otros ingredientes dignos de una ensalada como vinagre, aguacate y soja. Al llevar huevos, no puede ser un producto vegano, aunque sí es vegetariano (como todo lo de Lush, por otra parte). También tiene algunos componentes menos naturales, pero aun así da gusto aplicarse una mascarilla con tantos alimentos que nos resultan familiares, ¿verdad?

Por otra parte, todos los productos capilares de Lush se caracterizan por no llevar siliconas. ¿Qué son las siliconas? A grandes rasgos, las podemos definir como unos ingredientes que hacen que tu pelo luzca más bonito pero, eso sí, solo en apariencia (se pueden identificar por las terminaciones -cone, -xane y –conol). Se adhieren a él y lo suavizan externamente, pero no lo tratan en profundidad. Tampoco hacen daño (así que si usáis champús que las lleven no os tenéis que preocupar), pero si queréis tener un pelo mucho más sano es recomendable pasarse a los productos que no las llevan. En la red encontraréis mucha más información sobre sus características (ha sido uno de los temas cosméticos del año).

Volviendo a H’Suan Wen Hua, está mascarilla se recomienda para todo tipo de cabellos, aunque al ser tan nutritiva e hidratante me parece especialmente tentadora para cabellos secos y normales. De todos modos, a nadie le viene mal un extra de hidratación cada cierto tiempo. Si aun así no os convence, os recuerdo que en Lush también podéis encontrar la mascarilla Marilyn (da mucho brillo y desenreda el cabello, se aconseja para cabellos rubios y castaños), la Hair Doctor (indicada para desengrasar el cuero cabelludo y revitalizar las melenas apagadas), la Jasmin & Henna Fluff-Eaze (para pelos encrespados), la R&B (adecuada para cabellos rizados y ondulados) y finalmente una llamada Caricias (mima los cabellos más estropeados y apagados).

Modo de aplicación

Las mascarillas de Lush tienen una particularidad, y esta H’Suan Wen Hua no es una excepción: se aplica antes de lavar el pelo, es lo que se llama una mascarilla prelavado. Hay que extenderla generosamente por la melena seca (yo siempre paso el peine, así se reparte mejor) y dejarla actuar unos veinte minutos antes de aclarar. Supongo que habrá gente que la deje más rato, como con las mascarillas convencionales, aunque yo con un cuarto de hora tengo más que suficiente para observar resultados. Después de eso, podemos lavarnos el pelo con normalidad, con nuestros champú y acondicionador habituales. Lo recomendable es usarla de forma periódica, una vez a la semana si tenéis el cabello seco, y una vez cada quince días si lo tenéis normal, por ejemplo.

Resultados

Al principio no me hacía mucha gracia esto de aplicar la mascarilla antes de lavar el pelo, por el simple hecho de que no me gusta que me cambien los hábitos y llevo toda la vida liándome la toalla a la cabeza durante un ratito al salir de la ducha. No obstante, y como ya me ocurrió con Marilyn, he descubierto que el formato prelavado es mucho más cómodo que el convencional. Al aplicarla antes, cuando terminas de ducharte ya estás de verdad, no tienes que volver a aclararte el pelo. Me he acostumbrado rápido a este procedimiento y, sinceramente, ahora no me apetece volver a las mascarillas de siempre.

Antes de comentaros los resultados que observé tras su uso, quiero puntualizar una cosa: cuando pedí muestras, me llenaron tres vasitos de plástico (con el dineral que gasté ese día ya podían, ya…). Los he usado del siguiente modo: el primer día, solo gasté uno, por lo que el cabello no quedó del todo impregnado. La segunda vez decidí gastar los dos restantes, con el propósito de comprobar si así hidrataba más (aunque también corría el riesgo de que me lo engrasara). Así pues, os comentaré mis impresiones en cada caso, usando poca cantidad o mucha:

En el primer caso, la mascarilla me dejó el pelo bastante bien, pero no llegó a parecerme un producto de cinco estrellas (se habría quedado en un notable). Lo hidrató en profundidad, me facilitó el proceso de desenredado y le proporcionó buen aspecto en general. Sin embargo, la promesa de reparar puntas y asemejarse a un tratamiento capilar profesional no se cumplió del todo.

Con una aplicación generosa, los resultados me parecieron sublimes: cabello altamente hidratado y nutrido, muy suave y desenredado, con cuerpo y vitalidad, sin nada de grasa. Además, en un aspecto me sorprendió para bien: tal y como dicen, repara las puntas, las tenía mejor después de aplicar la mascarilla que antes (un efecto extraordinario, si me lo permitís). No noto que dé demasiado volumen ni brillo (en esto último me sigo quedando con Marilyn) pero, en relación con sus efectos hidratantes, creo que he encontrado la sustituta perfecta para la mascarilla de mango de Klorane que he usado durante años (y que tiene siliconas…).

Hablando de las siliconas, os recuerdo que si hasta ahora siempre habéis usado productos que las lleven es probable que necesitéis un periodo de adaptación para que vuestro pelo se acostumbre a no tenerlas. O en otras palabras, puede que de entrada los artículos sin siliconas no os den muy buenos resultados. Es cuestión de tener paciencia, pensad que a la larga vuestro pelo ganará en salud. Por mi parte, ya llevo unos meses alternando productos con y sin siliconas, así que mi melena se ha adaptado bastante rápido a estos productos y no he llegado a experimentar esta sensación de tener el pelo peor de lo que estaba antes.

En definitiva, una mascarilla maravillosa, me gusta incluso más que Marilyn, que es la que tengo ahora (cuando la termine compraré H’Suan Wen Hua, lo tengo clarísimo). Considero que cumple a la perfección lo que necesita mi pelo (que, como sabéis, es bastante seco): nutrición, suavidad y, sobre todo, ese efecto reparador de puntas y de todo el cabello en general. Vuelvo a destacar que, pese a haberla aplicado en abundancia, no me engrasó lo más mínimo y el pelo me duró limpio el mismo tiempo que siempre. Me parece una mascarilla cien por cien recomendable.


martes, 9 de agosto de 2011

Lush Cupcake Mascarilla fresca

Cupcake, una mascarilla facial de chocolate

Cuando entramos en la pubertad nos decían que no comiésemos chocolate porque nos saldrían granos. Craso error: en aquella época yo apenas lo probaba y tenía la cara como una paella. La conexión entre el chocolate y el acné no deja de ser otra de esas leyendas urbanas sin mucho fundamento pues, como me he hartado de repetir, este problema de la piel está causado por diversos factores e incluso la persona con una alimentación más sana puede llegar a padecerlo. No obstante, esta vez la relación entre ambos no es de causa-efecto, sino justo al revés: Lush nos ofrece una máscara facial de chocolate para combatir el acné. Quién lo habría dicho hace unos años, ¿eh?

La mascarilla Cupcake se presenta en el típico tarrito negro minimalista de Lush. Cada unidad contiene 75 g (que cunden mucho) y su precio es de 8,75 € (algo caro para mi economía, aunque va en sintonía con otros productos similares). Todo esto sería fantástico si no fuera porque la máscara caduca en aproximadamente tres semanas y hay que darse prisa para gastarla. Yo suelo aplicarme la mascarilla de turno una vez por semana o cada quince días, pero con esta tengo que hacerlo con una frecuencia mayor para que no se estropee. Esta me parece su gran desventaja: preferiría que se vendiera en envases más pequeños y tuviera un coste menor.

Por otro lado, el aspecto de Cupcake no podría ser más apetitoso: color marrón chocolate, textura de mousse cremosa… ¡Y además se conserva en la nevera! Como podéis suponer, aplicarla es un gustazo, sobre todo en esta época en la que lo fresquito nos viene tan bien. El aroma también cumple las expectativas: huele a chocolate puro, ¡dan ganas de coger la cuchara y comérsela! Además, es apta para veganos. Siempre he dicho que Lush tiene productos muy golosos, y esta mascarilla es un ejemplo estupendo de ello.

Con respecto a su composición, lleva barro Rhassoul, que limpia en profundidad y además tiene propiedades bactericidas y antisépticas; aceite esencial de menta y hierbabuena, para refrescar y estimular la piel; infusión de linaza y aceite de sándalo para suavizarla, y por supuesto manteca de cacao, que aunque parezca una contradicción por ser un ingrediente graso, según nos dicen va bien para tratar el acné. Así pues, se trata de una máscara indicada para pieles grasas con tendencia acneica.

Aplicación

Cupcake se aplica como cualquier otra mascarilla facial: la extendemos por el rostro (hay que evitar las zonas de los contornos de ojos y labios) dando un suave masaje y la dejamos puesta unos 20 minutos, hasta que se seque. También se puede aplicar en el cuello, el escote y la espalda, sobre todo si en estas partes también tenéis granitos (por una vez no pasa nada si gastamos demasiado, porque para lo que va a durar…). A continuación, la aclaramos con agua abundante y nos ponemos el tónico y/o la crema hidratante que usemos habitualmente. Toda una experiencia spa en casa, con el poder olfativo del chocolate. ¡Recordad que al terminar debéis guardar el tarro en la nevera!


Resultados

Ante todo, reconozco que esta mascarilla gana puntos en mi ranking de cosméticos preferidos por sus características externas. No lo puedo remediar, me encanta el chocolate y esa textura de mousse fresquita es una verdadera delicia para la piel. Se unta con mucha facilidad, y una vez aplicada el olor se sigue notando (incluso se pega a la ropa y a los objetos que tengamos cerca). Eso sí, es un poco guarra, al llevar barro es de las que lo ensucian todo y al terminar tendremos que limpiar bien el lavabo. Aun así, las maravillosas sensaciones que produce esta máscara compensan todas las desventajas que pueda tener, incluso las relativas a su efectividad.

Después de aclarar la Cupcake, noto los mismos resultados que con cualquier mascarilla efectiva (La Máscara de Lush, las de Rilanja de Schlecker…), esto es, zona T sin brillos, poros más limpios, piel resplandeciente, suave y tersa («resplandeciente» en este caso no es sinónimo de grasa). Da muy buen aspecto, de eso no hay duda. Al secarse quizá no se adhiere tanto a la piel como las máscaras de arcilla, pero aun así la deja mate y perfectamente limpia. También merece una mención su poder revitalizante, en gran medida gracias a su conservación en frío.

El problema viene al día siguiente. Yo suelo aplicarme las mascarillas por la noche, un rato antes de acostarme y, aunque soy consciente de que sus efectos no durarán eternamente, sí que espero que por la mañana mi piel se vea igual de bien. En gran medida es así: la suavidad y la luminosidad se mantienen hasta veinticuatro horas después, pero no sucede lo mismo con los puntos negros, que enseguida vuelven a estar como antes (incluso cuando he utilizado la mascarilla junto a un exfoliante). De todos modos, eso no es lo peor: he notado que después de usarla me salen algunos granitos. No aparecen de inmediato, así que no creo que sean consecuencia de la máscara ni una reacción alérgica, pero los considero una prueba de que no es lo suficientemente efectiva para el acné.

En definitiva, tengo sensaciones encontradas con esta máscara. Por un lado, me fascina su olor a chocolate, es una de las más agradables de aplicar que he encontrado y de veras me veo más atractiva después de usarla, gracias al buen aspecto que da. Sin embargo, siendo realista veo que no es la mejor opción para quienes tenemos problemas de granitos, ya que a la mañana siguiente me volvió a salir alguno y creo que su poder bactericida debería aguantar por lo menos un día. Además, hay máscaras no específicas para piel grasa que me aportan lo mismo que esta.

¿La recomiendo o no? En general, sí, porque a pesar de sus indicaciones creo que la puede usar cualquiera (salvo que tengáis la piel muy seca, claro). Eso sí, si tenéis acné, yo no me haría ilusiones. El jabón Farmacia de Guardia y la crema Vanishing Cream por sí solos me ayudan más que esta mascarilla Cupcake, en ese sentido no me ha aportado gran cosa. De todas formas, he disfrutado mucho de su textura y su chocolaaaate, por lo que no tengo una mala opinión de ella y no me importaría repetir en el futuro. No será mi remedio contra los granos, pero es perfecta para aplicar antes de una noche de fiesta.

martes, 2 de agosto de 2011

Lush Champú ¡A Toda Caña!

Champú ¡A Toda Caña! de Lush

Al igual que la gran mayoría de champús de Lush, ¡A Toda Caña! se presenta en una sencilla botella de plástico transparente, con su correspondiente etiqueta negra, todo muy sencillo. Lo tenemos disponible en tres tamaños: 100 g por 6,25 €, 250 g por 12,50 € y 500 g por 18,95 €. Me parece bastante caro, aunque si se compra en el formato grande hay champú para rato. Yo lo he descubierto a través de una muestra, que como sabéis en Lush consisten en unos pequeños tarros de plástico en los que te sirven una cantidad suficiente para probar el producto en condiciones (nada que ver con los típicos sobres rácanos de otras marcas).

Tengo que reconocer que el aspecto de ¡A Toda Caña! no es lo que se dice atractivo (vale, es un champú, no hace falta que sea una maravilla). Es de color marrón oscuro, muy líquido (recuerda al champú de quinina de Klorane), y ahora viene lo malo: su aroma es muy fuerte, aunque al aclararlo yo apenas lo noto en el pelo (y lo usé sin acondicionador ni nada). Yo no sabría definir la fragancia, pero en Lush dicen que lleva cerveza negra, así que ahí lo dejo. A propósito de su composición, por lo visto la cebada sirve para dar brillo, domar los cabellos rebeldes y aportar fuerza y vitalidad a los más lacios. Es apto para veganos y no contiene siliconas.

Como consecuencia de las características que he comentado, el champú se recomienda para pelos rizados o rebeldes en general. De todos modos, no hagáis mucho caso: la dependienta escogió la muestra expresamente para mí y no tengo el cabello rizado, sino más bien ondulado tirando a liso. Desde mi punto de vista, y como comentaré más abajo, es un producto adecuado para todo tipo de cabellos (siempre y cuando no sufran de grandes problemas de sequedad o exceso de grasa, claro).

Resultados

Sobra decir que el champú se usa como cualquier otro y lo podéis emplear a diario sin ningún tipo de problema. Con respecto a los resultados observados, en primer lugar destaco que deja el pelo muy limpio y no cuesta de aclarar (eso sí, no llega al nivel de limpieza del Sublime, que además de limpiar exfolia el cuero cabelludo). No engrasa nada el cabello, aunque como he dicho muchas veces yo no soy una buena referencia para esto porque tengo el pelo seco y es muy raro que un producto capilar me lo engrase. En cualquier caso, para mí ¡A Toda Caña! cumple su función básica perfectamente.

En segundo lugar, el champú me gusta porque aporta cuerpo al cabello y gracias a eso luce mejor. Tengo el pelo muy fino, con tendencia a verse apagado y sin volumen, y me gusta cómo me lo deja este ¡A Toda Caña! Lo considero una buena opción para cabellos lacios como el mío, por eso antes os decía que no únicamente sirve para gente con mucha cantidad de pelo rebelde. Tampoco esperéis un volumen extraordinario ni un cabello fortalecido en cuatro días, porque milagros tampoco hace, pero me va bastante bien y creo que podría ser un buen champú de uso frecuente.

En cuanto a la nutrición, lo veo bien: mi pelo está suave, hidratado de la raíz hasta las puntas. Si bien es cierto que no es el champú más hidratante del mercado, tampoco se vende como tal y al menos llega al mínimo exigido. Cuando digo que podría ser una buena opción para usar a menudo no lo digo por decir: con los champús para cabello seco se corre el riesgo de que a la larga el pelo se vea apelmazado y sin vida, y por muy suave que esté, ese aspecto tampoco es bonito. Creo que ¡A Toda Caña! se podría combinar de manera ocasional con acondicionadores y mascarillas más nutritivos. Con eso los resultados serían estupendos.

Por otro lado, eso de que la cerveza da brillo no lo he notado demasiado. En ese punto veo mi pelo más o menos como siempre, para darle luminosidad prefiero el champú Sublime de Lush o el de camomila de Klorane, además de la mascarilla Marilyn, también de Lush. En cualquier caso, la apariencia general del cabello es bonita, de manera que mi opinión global del champú no se ve afectada por este tema.

En general, me parece un buen champú. Salvo que tengáis algún problema específico, pienso que puede ser una buena opción para todos los tipos de cabellos: hidrata sin engrasar ni resecar, le aporta cuerpo y buen aspecto, la melena se ve bonita. No me ha conquistado como el Sublime y algunos de la marca Klorane, pero lo considero un producto de notable y una opción más que recomendable para quienes me leáis. Estoy satisfecha con los resultados y no descarto adquirirlo en el futuro.

martes, 19 de julio de 2011

Lush Acondicionador Crema Americana

Lush Crema Americana

El acondicionador Crema Americana se presenta en una sencilla botella de plástico, con la etiqueta y el tapón de color negro, acorde con el resto de productos de Lush (siempre muy minimalistas). El bote de 100 gramos cuesta 6,25 €, que me parecen excesivos aunque como ya he dicho más de una vez las características que ofrece Lush justifican ese coste. Si no os veis con ánimos de arriesgaros y comprarlo por ese precio, os recomiendo que pidáis una muestra. Así es como lo he probado yo, puesto que me llenaron el tarrito de plástico que utilizan para permitir que conozcamos sus artículos líquidos (en la visita a la tienda compré otras cosas, claro).

Crema Americana es de color blanquecino y tiene la textura habitual de un acondicionador, es decir, ni tan líquida como un champú ni tan untuosa como una mascarilla. Se reparte bien por el pelo y cunde normal (no vendría mal que el envase llevara más cantidad, la verdad). Contiene vainilla, salvia, lavanda y benjuí, que le dan un aroma agradable y aportan agentes nutrientes para el pelo, y también miel, naranjas y otras frutas que luchan contra el encrespamiento. Con respecto al olor, había leído comentarios que se referían a él como el rasgo distintivo de este acondicionador; no obstante, desde mi punto de vista no es para tanto: huele bien, pero en el cabello apenas noto la fragancia.

A diferencia de muchos productos capilares (tanto de supermercado como de parafarmacia, puesto que los bálsamos y mascarillas de mi querida Klorane también se incluyen en el lote), Crema Americana no lleva siliconas. ¿Qué son las siliconas? Unos ingredientes que hacen que tu pelo luzca más bonito pero, ojo, solo en apariencia (se pueden identificar por las terminaciones -cone, -xane y –conol). Se adhieren a él, reducen su tacto seco, pero no lo tratan en profundidad. Tampoco hacen daño (así que si usáis champús que las lleven no os tenéis que preocupar), pero si queréis tener un pelo mucho más sano es recomendable pasarse a los productos que no las llevan, como todos los de Lush.

Podéis usar Crema Americana como cualquier otro acondicionador: después del champú, lo dejamos en el cabello un par de minutos y a continuación aclaramos. En Lush aconsejan aplicarlo solo desde la mitad del pelo hasta las puntas, pero yo lo aplico por toda la melena y no he tenido problemas (con lo único que hay que tener cuidado es el cuero cabelludo, si tenéis tendencia a que se engrase, aunque eso puede pasar con este y con cualquier otro).

Mi experiencia

Tengo el pelo seco y fino, con tendencia a encresparse. El resultado tras la aplicación de la Crema Americana ha sido muy bueno: deja el pelo hidratado y suave, se ve bonito. Eso sí, le pongo un pero: al lado de otros acondicionadores, este se queda un pelín corto en hidratación. A pesar de no notar el cabello seco, con otros he apreciado que quedaba más nutrido. Con esto concluyo que el acondicionador Crema Americana es más adecuado para cabellos normales o tirando a secos que para aquellos muy secos. Desconozco cómo actuará en un pelo graso.

Por otro lado, otro aspecto que me ha gustado mucho es que proporciona mucho cuerpo al cabello, lo noto más suelto y con vida. Esto, en un pelo seco que tiende a estar apagado como el mío, tiene mucho mérito. Si os daba miedo que el acondicionador restara volumen, podéis estar tranquilas. Esto confirma lo que os decía antes con respecto al tipo de pelo en el que Crema Americana puede funcionar mejor.

En los otros puntos, la Crema Americana se queda en un acondicionador normalito: no noto que dé más brillo (el champú Sublime es genial para ello), ni tampoco me ayuda a desenredar (para esto último, me va genial la mascarilla Marilyn). De todos modos, esto no empeora mi opinión sobre el producto porque en ningún momento lo usé con esas expectativas. Cuando me aplico cualquier bálsamo en el cabello, busco que lo nutra sin apelmazarlo, es la necesidad básica de mi pelo, y con este, sin ser tampoco el mejor, lo conseguí.

En relación con las siliconas de las que os hablaba antes, si pasáis de usar productos que las llevan a otros que no es posible que necesitéis pasar un periodo de adaptación. O en otras palabras, que tal vez de entrada no os gusten los resultados. Yo no he tenido problemas porque los champús de Klorane que uso habitualmente tampoco contienen siliconas, de modo que mi pelo estaba un poco acostumbrado y el cambio no ha resultado tan brusco. Ahora mi intención es sustituir los bálsamos y mascarillas de Klorane (que sí llevan siliconas) por los correspondientes de Lush, más sanos. De ahí que últimamente os esté dejando opiniones de artículos que estoy probando a través de muestras: Crema Americana, Marilyn, Spa

A propósito de Spa, como es el único acondicionador de Lush que he usado hasta el momento (además de la Crema Americana que os comento hoy), quiero aprovechar para hacer algunas comparaciones entre ambos. Para empezar, por mucho que se encuentren en la misma categoría, Spa se caracteriza por aportar una hidratación mayor, es el acondicionador de nutrición intensa por excelencia, el mejor para cabellos muy secos (y por ende, el más adecuado para mí). Cuando lo probé no me pareció la octava maravilla, pero sí que hidrata más que Crema Americana y me gustó lo suficiente como para comprarlo. Si tuviera que recomendarlos, diría que Spa está bien para cabellos secos o muy secos y Crema Americana para normales o normales tirando a secos. Ambos valen la pena, eso lo tengo claro, aunque por mi parte me quedo con Spa. Aprovecho para decir que ninguno de los dos me ha producido efectos adversos ni me ha engrasado el pelo.

martes, 12 de julio de 2011

Lush Jabón de regaliz


Jabón de regaliz de Lush

El jabón de regaliz de Lush es uno de los más sosos en apariencia: una pastilla de carbón (negra, naturalmente), lisa y sin adornos. En parte me gusta que algunos artículos de esta marca no sean bonitos por fuera: esto demuestra que apuestan más por una composición natural y cuidada que por un exterior llamativo. En el caso concreto de este jabón, podréis adquirir una porción de 100 gramos por el módico precio de 7,95 €. Los jabones faciales son uno de los productos que más cunden de Lush (este me va a durar meses y meses), de modo que no lo considero caro en absoluto.

Confieso que es la primera vez que uso un cosmético de carbón. ¿De verdad este ingrediente será bueno para la piel, no resultará agresivo…? Esas dudas me planteé yo en su momento y probablemente a alguno de los que me leéis también se le habrán ocurrido. La respuesta es no: el carbón absorbe el exceso de sebo y actúa como exfoliante, sin llegar a ser tan potente como otros. También contiene regaliz, con propiedades calmantes y desintoxicantes; aceite de palo de rosa, eficaz para prevenir el envejecimiento, y aceites de sándalo y coco para suavizar la piel. Al igual que muchos jabones de Lush, lleva la etiqueta de apto para veganos. Huele a regaliz, pero tranquilos: no es un aroma fuerte y aunque no os guste lo podréis soportar sin problemas (lo digo por experiencia).

Las indicaciones de este jabón son bastante claras: se aconseja para pieles mixtas y grasas que ya han pasado la etapa de la adolescencia (de ahí que reúna principios activos para regular la grasa y a la vez prevenir las primeras arrugas y líneas de expresión). Al contrario de lo que mucha gente cree, los problemas de piel grasa no se limitan a la gente joven: hay adultos con acné, y es que como he dicho más de una vez las causas de esta afección de la piel pueden ser muy diversas. En Lush son conscientes de ello y además del jabón de regaliz disponen de otras variedades para adaptarse a las necesidades de todos sus clientes potenciales.

Mi experiencia

Antes de nada, como preveo que me voy a pasar el resto de opinión haciendo comparaciones con Farmacia de Guardia, os hago una pequeña aclaración:

- Farmacia de Guardia: jabón de Lush indicado para pieles problemáticas, con independencia de su edad. Tanto puede valer para el acné como para pieles sensibles, e incluso sirve como calmante si nos hemos expuesto demasiado al sol. Entre otros principios activos, lleva calamina, aceite de árbol de té y lavanda, conocidos por sus propiedades antisépticas, curativas y calmantes.

- Jabón de regaliz: jabón de Lush adecuado para pieles mixtas o grasas que ya han superado la adolescencia. Contiene ingredientes anti-envejecimiento, y en su descripción en ningún momento se hace alusión a los granitos (aunque es un problema que a menudo va ligado con el exceso de grasa). Está hecho a base de carbón, regaliz y los aceites que he enumerado más arriba.

La conclusión que saco yo de esto es que una persona con piel grasa podría utilizar cualquiera de los dos; sin embargo, una persona que además de piel grasa tenga acné, no. Y os cuento mi caso.

El jabón de regaliz de Lush me parece un gran limpiador. Llevo más de un mes usándolo mañana y noche, y he observado que limpia la piel en profundidad y, al contrario de lo que podría parecer por su aspecto, ni la reseca, ni la daña ni la irrita lo más mínimo. Pese a tener acción exfoliante, no es comparable a un exfoliante como tal y lo podemos usar a diario sin preocuparnos. Tras esa limpieza habitual, noto que mi piel queda mate y sin brillos.

Ahora bien: dadas las características de mi piel, no me basta con que el jabón combata los brillos. Necesito que actúe contra los granos y prevenga su aparición. Eso no lo consigue: no me va bien para el acné, desde que lo uso me vuelven a salir granitos (incluidos algunos tipo quiste que con el Farmacia de Guardia habían sido prácticamente erradicados). No estoy como si no me echara nada; digamos que algo hace, pero es menos efectivo que el otro jabón. Lo mismo ocurre a la hora de atenuar las rojeces: no hace nada. No es que el Farmacia de Guardia fuera milagroso y las borrara de un día para otro, pero su contenido en aceites calmantes servía para que a la larga se fueran notando menos.

Asimismo, tampoco he observado que reduzca los poros dilatados. Por mi tipo de piel suelo tener muchos puntos negros en la zona de la nariz, barbilla y parte de las mejillas, y en función de los productos que use se notan más o menos. Con el jabón de regaliz, permanecen igual, no he visto ninguna mejora. Eso sí, aquí debo reconocer que lo he usado en una mala época para evaluar su efectividad al respecto: todos sabemos que con el calor la piel grasa suele ponerse peor y los poros están en su pleno esplendor.

En definitiva, creo que me equivoqué al comprarlo porque no es el más adecuado para mí. Quizá a una persona que no tenga granitos o solo le salgan de vez en cuando se sentirá satisfecha con este jabón; no obstante, mi problema desde luego es más severo y necesito un producto específico como el Farmacia de Guardia. Por eso no puedo ponerle una nota mala al jabón de regaliz, porque creo que parte de la decepción es culpa mía. En general, no lo considero malo en absoluto: es un buen limpiador y, además, cunde muchísimo, incluso más que el Farmacia de Guardia (y este también dura que da gusto).

jueves, 7 de julio de 2011

Lush Jabón Lady Catrina


Lady Catrina, jabón para cuerpo y manos

Cumplo años en fechas cercanas a la noche de Halloween y el año pasado alguien tuvo la ocurrencia de regalarme este jabón, que pertenece a la edición limitada de la colección especial que había en esos momentos. Así pues, solo encontraréis Lady Catrina cuando se acerque el 31 de octubre (eso si lo vuelven a vender, claro). ¿Qué hago hablando de un jabón de otoño en pleno verano?, os preguntaréis. Muy sencillo: su aroma me horrorizó tanto cuando lo saqué del paquetito que he ido retrasando su uso meses y meses (total, por falta de geles y jabones de ducha no será). Al final, sin embargo, decidí cogerlo hace unas semanas porque me empezaba a dar miedo que se estropeara.

Lady Catrina (también lo encontraréis como Lady Katrina, con K) es un jabón muy llamativo a simple vista: base de color morado oscuro y abundantes detalles de colorines por encima. No obstante, ya sabéis que en Lush os cortan la porción en la tienda, de modo que el que os toque un trozo más bonito o feo será cuestión de suerte. El mío es casi todo morado, con un poco de naranja; nada del otro mundo, pero lo que importa es que funcione. El precio para los 100 gramos es de 4,50 €, que no me parece excesivo porque se amortiza.

¿Qué tiene de particular su olor para que me disgustara tanto al principio? Desde mi desconocimiento en materia de fragancias (me encanta todo lo que tenga que ver con la cosmética, pero soy extremadamente torpe para identificar las notas de un perfume) habría dicho que huele a algo especiado, muy fuerte. Al indagar un poco, descubrí que está hecho a base de una planta llamada agave —la misma de la que se hace el tequila—, lima y nerolí. Estamos ante un jabón que huele a chupito. Curioso, ¿verdad? ¡Esto solo lo podían hacer en Lush! Mis gustos suelen tirar por los aromas afrutados, florales o dulces, así que este me produjo un rechazo inmediato, aunque con el tiempo me he acostumbrado a él y puedo usarlo sin problemas.

En apariencia se aleja bastante de los jabones clásicos de Lush (salta a la vista que lleva colorantes y perfume); aun así, sus principios activos son los mismos que anoté en mis comentarios de La Madrina, Rock star y Sultana: aceite de colza, que contiene vitamina E y ácidos grasos; aceite de coco, de sobra conocido por sus propiedades hidratantes, además de ser un limpiador eficaz; y glicerina, la base de cualquier jabón. Además, su composición no contiene ningún ingrediente de origen animal, por lo que es apto para veganos.

Resultados

El jabón limpia la piel estupendamente. Hace bastante espuma, se extiende con facilidad y con una sola pasada te proporciona una gran sensación de limpieza (lo normal, vaya, aunque su aroma de entrada pueda echar para atrás). No es de los más cremosos, pero aun así va genial. Si tuviera que compararlo con los otros que he usado, diría que se parece bastante a La Madrina (fragancia aparte). Rock star y Sultana me parecieron mucho más suaves y untuosos.

Ahora bien, la mejor cualidad de Lady Catrina no es su poder limpiador, sino lo mucho que cunde: cada porción pequeña me da para unas cuantas duchas. Justo antes había usado el jabón Sultana, que se me gastó enseguida, y he valorado mucho que con este no ocurra. Supongo que todo se debe a la cremosidad de uno frente a otro: cuanto más cremoso, menos va a durar (aunque esos tienen la ventaja de ser mucho más agradables al tacto y respetuosos con la piel). Sé que de entrada estos jabones pueden parecer caros al lado de los geles de marca blanca, pero si pilláis uno como este desde luego vais a amortizar el dinero.

Por otro lado, a pesar de que no hidrate como Rock star o Sultana, no he notado que me reseque la piel. Al salir de la ducha la noto normal, ni tirante ni más suave. Digamos que por su aspecto poco natural pensaba que podía fallarme en este punto, y por fortuna no ha sido así. Por mucho que en Lush inventen fragancias estrambóticas y poco corrientes, la base de sus productos sigue siendo la misma y su calidad no baja (al menos con Lady Catrina). De todos modos, nunca está de más usar una crema o loción corporal para hidratarnos mejor.

Hablemos ahora de su aroma. Antes os lo he descrito, pero ¿qué ha pasado para que haya dejado de disgustarme? Simplemente me acostumbré. Los dos primeros días me producía un rechazo absoluto (incluso lo alterné con un gel de ducha, cosa que no suelo hacer últimamente); después ya no me costó nada cogerlo. Hay que tener en cuenta que, aunque su olor no guste de entrada, no es lo mismo la fragancia de un jabón que la de un perfume o colonia. El perfume es más intenso y lo llevas puesto todo el día, mientras que la fragancia del jabón se nota cuando lo acercas a tu nariz, en la piel es mucho más suave. Gracias a eso puedo sacarle partido, porque como colonia sé que no podría usarlo. A propósito del aroma, se supone que la fragancia va bien para revitalizarse, aunque yo suelo pasar bastante de estas cosas.

Y dicho todo esto, creo que no tengo nada más que añadir sobre Lady Catrina. De nuevo vuelvo a insistir en que no cuesta nada cambiar el gel de ducha por un jabón sólido: al principio choca, y desde luego no es la mejor opción para el uso familiar, pero supone una gran alternativa a los geles envasados que tanto contaminan. Además, en este caso particular, el jabón cunde tanto o más que un producto líquido. Tenemos que concienciarnos más sobre la cosmética natural y el reciclaje.

martes, 5 de julio de 2011

Lush Marilyn Mascarilla


Marilyn, una mascarilla capilar

La mascarilla Marilyn se presenta en el sencillo tarro negro de plástico tan habitual en Lush, aunque yo la he probado mediante dos muestras que me sirvieron en sendos envases transparentes (en esta tienda no dan muestras en sobre, sino que te sirven la porción en un recipiente desechable o envuelta en papel, en el caso de los productos sólidos, lo que permite probar el artículo como Dios manda porque hay cantidad suficiente para más de un uso). Cada unidad contiene 225 gramos y su precio es de 12,75 euros. Sí, es cara, y podría traer más cantidad, pero como digo siempre, Lush ofrece muchos beneficios que otras marcas no tienen.

La mascarilla en sí es de color amarillo (más claro del que se ve en las fotos de la web), tiene una textura ligera para ser una mascarilla (tened en cuenta que la que uso habitualmente es más bien una manteca, así que a su lado casi cualquier cosa me parece liviana) y se extiende bastante bien por el cabello. Entre sus principios activos destacan la camomila, con propiedades calmantes y aclaradoras del tono en melenas rubias y castañas; el gel de lino, que nutre y suaviza; zumo de limón, para dar brillo, y finalmente azafrán, que aporta reflejos dorados. Lleva la etiqueta de apto para veganos, por lo que no contiene ningún ingrediente de origen animal, y os recuerdo que no contiene siliconas, al igual que el resto de productos capilares de Lush. Le noto un aroma alimonado, pero con una mezcla extraña, porque a ratos me huele bien y a ratos no tanto. De todas formas, como comentaré más abajo, la fragancia de Marilyn es lo de menos porque luego no se nota.

Sabéis que Lush no escoge los nombres de sus productos al azar. En este caso, Marilyn, con ese tono amarillo y su alto contenido en camomila, solo podía hacer referencia al mito del cine: Marilyn Monroe. Un buen gancho para llamar la atención de las coquetas, no hay duda. La mascarilla está indicada para pelos rubios y castaños claros, y entre sus promesas destacan el brillo, el volumen y un acondicionamiento total del pelo. No nos vamos a convertir en Marilyn por usarlo, pero si cumpliera estas cosas no estaría nada mal, ¿verdad?

Modo de aplicación

A diferencia de la mayor parte de mascarillas capilares (al menos las que yo he usado toda la vida), esta se aplica antes de lavar el pelo. Tenemos que extenderla generosamente por la melena seca (yo aprovecho para pasar el peine, así se reparte mejor) y dejarla actuar unos quince o veinte minutos antes de aclarar. Supongo que habrá gente que la deje más rato, como con las mascarillas convencionales, aunque yo con un cuarto de hora tengo más que suficiente para observar resultados. Después de eso, podemos lavarnos el pelo con normalidad, con nuestro champú habitual. Y al igual que otros productos similares, lo recomendable es usarla de forma periódica, una vez a la semana o cada quince días, por ejemplo.

Resultados

En el momento de aclarar el pelo noté el primer efecto: una suavidad extrema. Tengo el pelo fino y seco, por lo que me vienen genial los productos capilares que hidratan y nutren en profundidad. Con Marilyn no tenía grandes expectativas en este aspecto porque de entrada parece que destacarán más sus efectos de volumen y brillo, así que los resultados han sido una grata sorpresa para mí. Una vez seco, la melena sigue suave y nutrida, de modo que la mascarilla cumple perfectamente su función. No tiene nada que envidiar a las específicas para cabello seco.

En segundo lugar, Marilyn me deja el pelo muy desenredado, no he necesitado usar productos complementarios para tal tarea en las dos veces que me la he aplicado. Os advierto que llevo el pelo muy largo, y entre unas cosas y otras se me suele enredar con suma facilidad, así que me maravilla que sea tan efectiva incluso en cabellos complicados.

Por otra parte, la mascarilla cumple otra de sus promesas: en efecto, aporta bastante brillo, aunque en este punto he encontrado otros artículos con unos resultados similares. Dentro de Lush, el champú Sublime da aún más brillo gracias a la sal marina que contiene; en otras marcas, los productos de las líneas de camomila y pulpa de cidra de Klorane también me han ido muy bien a la hora de dar luz al cabello. Hago estas comparaciones para que tengáis alternativas en el caso de que no tengáis una tienda Lush cerca o no os gusten los productos con camomila.

Hablemos ahora de sus supuestos efectos para aclarar el tono. De entrada, tengo que deciros que mi pelo es de un color castaño de lo más común (ni siquiera castaño claro, se me ha oscurecido con los años), y si uso productos con camomila no es para aclararlo, sino porque en general me van bien y noto que le aportan mucho brillo. En el caso de Marilyn, no he apreciado que me lo aclare, pero claro, solo lo he usado dos veces. Con un uso continuado podréis conseguir un tono parecido al que queda después de tomar el sol. Nada más: esto no es un tinte; si queréis volveros rubias mejor que busquéis otra cosa, que la acción de la camomila es muy sutil.

A decir verdad, no le encuentro ningún defecto a la mascarilla. Me va fenomenal y, al contrario de lo que se podría pensar, no me ha engrasado nada y el pelo me dura limpio el mismo tiempo que siempre (claro que de por sí me dura bastante, en un cabello graso no sé qué tal irá). Lo único que le puedo objetar es que la promesa del volumen no se cumple en mí: veo mi pelo igual, ni con más volumen ni con menos. De todos modos, como al llevarlo tan largo sé que es muy difícil darle un volumen a lo Marilyn, no se lo tengo muy en cuenta. Con que no me lo aplaste más de lo que está, me basta. Quizá en una melena más cortita funcione mejor.

martes, 31 de mayo de 2011

Lush Brimstone Exfoliante corporal

Exfoliante Brimstone

El aspecto del exfoliante no es lo que se dice atractivo (de hecho, incluso puede dar asco si no se sabe nada de la filosofía de la marca): un cubo «terroso», de color beige. A diferencia de otros artículos de Lush, viene envuelto en un plástico para evitar que se deshaga (en casa lo podemos retirar, aunque yo he optado por mantenerlo e ir cogiendo producto conforme la pastilla se gasta), y no es posible comprar solo un trozo porque se vende por unidades. Cada una contiene 140 gramos de exfoliante y cuesta 4,95 €. No me parece un precio excesivo.

Brimstone tiene un aroma suave, agradable para mi gusto (me recuerda un poco a los jabones de avena). Sus principios activos son la arcilla china, indicada para regenerar la piel y eliminar las marcas, la sal marina, con efectos exfoliantes, y el aceite de cáñamo, que posee propiedades calmantes. Pese a no ser un producto cien por cien natural, contiene muchos menos químicos que los exfoliantes convencionales que encontramos en supermercados y perfumerías, lo que siempre se agradece. Además, lleva la etiqueta de apto para veganos.

Además de Brimstone, Lush dispone de otros exfoliantes corporales: Glorious Mud (a base de barro), Rub Rub Rub (en formato gel y con acción revitalizante), Stepping Stone (específico para combatir las durezas de los pies), Sugar Babe (de azúcar) y Sugar Scrub (también de azúcar, con ingredientes específicos para la celulitis). A la hora de decantarme por uno u otro, descarté de inmediato Stepping Stone y Sugar Scrub por sus indicaciones concretas y Rub Rub Rub por ser el más caro. De entre los demás, me llamaron la atención Brimstone y Sugar Babe, que además tienen precios asequibles, y finalmente escogí el cubo porque del otro no había leído críticas demasiado entusiastas. Como veis, no hubo ningún motivo especial en mi decisión, ni siquiera el hecho de llevar arcilla, por lo que no descarto probar uno distinto cuando lo termine.

Cómo se usa

En la web de Lush recomiendan retirar el envoltorio de plástico, mojar la barrita y a continuación aplicarla sobre las zonas más secas de nuestro cuerpo. Yo prefiero mantener el exfoliante dentro de su envase (al fin y al cabo, después de usarlo una vez tendríamos que volver a cubrirlo) y, en lugar de coger el cubo entero, lo que hago es mojarlo un poco, coger un poco de producto y frotarlo por la piel. Por fortuna, no tiene una consistencia tan frágil como la del exfoliante Stepping Stone del que os hablé hace unas semanas, por lo que no se deshace al entrar en contacto con el agua. Lo que si ocurre es que esa textura sólida que vemos se vuelve acuosa, en una mezcla que puede resultar un poco asquerosa a la vista (no olvidemos que lleva arcilla, así que, salvando las distancias, es como coger tierra en un día de lluvia). Los exfoliantes de color azul fosforescente son mucho más bonitos, pero también menos naturales.

El proceso de mojar Brimstone y coger producto para extenderlo por la piel se repite todas las veces que sea necesario (cunde bastante, aunque a mi parecer no tanto como un exfoliante convencional). Después, aclaramos la piel y nos lavamos con el gel de ducha o jabón que usemos habitualmente. Una vez el exfoliante restante se ha secado, yo lo tapo con papel film y lo guardo en un cajón para que no le dé la luz. De momento no se me ha estropeado.

Se aconseja usar un exfoliante por todo el cuerpo una vez cada quince días, aproximadamente. Si tenéis alguna zona especialmente seca, podéis insistir ahí con mayor frecuencia.

Resultados

El exfoliante cumple con su función, ni más ni menos. Después de usarlo, noto la piel más suave, incluso las zonas más secas por naturaleza (rodillas y codos). La sal marina elimina las células muertas, y la arcilla estimula la renovación celular, con lo que conseguimos una piel más bonita y agradable al tacto. Evidentemente, no podemos esperar milagros con un solo uso, pero algo hace, y lo sitúo al mismo nivel que los otros exfoliantes corporales que he usado (entre ellos el Exfotonic de L’Oréal, que goza de gran reputación).

A diferencia de otros exfoliantes, en este no está explícito que actúe como limpiador. Por mucho que esta función se sobreentienda en cualquier exfoliante (si renueva la capa externa de la piel, obviamente está limpiando), recomiendo acompañar su uso de un gel o jabón con el fin de conseguir una sensación de limpieza mayor. Brimstone es un poco «guarro» al tacto y, aunque una vez te acostumbras es genial (estoy encantada con su textura), no proporciona el aroma ni la frescura que conseguimos con un producto específico para la ducha.


Por otro lado, al igual que ocurre con cualquier exfoliante efectivo, se supone que activa la microcirculación en las partes aplicadas, con lo que se puede, por ejemplo, combatir la celulitis al usarlo en caderas, glúteos y muslos. De todos modos, yo no os recomiendo comprarlo únicamente con ese fin, ya que hay artículos más específicos para el tema (tanto exfoliantes como cremas y sérums). Lo que sí se observa con facilidad es su acción sobre los pelos enquistados: yo no suelo tener muchos, pero con los pocos que tengo, he observado que los libera.

Finalmente, solo me queda añadir que después de usar un exfoliante (este o cualquiera), se recomienda aplicar una loción o manteca hidratante para compensar un poco el desgaste de piel que se ha producido. La de aceite de oliva de Deliplus, por ejemplo, es barata y nutre la piel en profundiad.

Y creo que no tengo nada más que añadir a la opinión. Estoy satisfecha con el exfoliante: no resulta demasiado suave y sus efectos se notan, con lo que obtengo una piel más suave hasta en las regiones con tendencia a estar más resecas. Aunque la arcilla se pueda relacionar con la piel grasa, Brimstone es apto para todo tipo de pieles y doy fe de que no las daña (la mía es normal/seca). Tened en cuenta que un exfoliante se usa de manera ocasional, por lo que no llega a ser tan agresivo para la epidermis como podría serlo el uso diario de un gel demasiado fuerte para nosotros. No tengo ninguna queja con él, así que no me importaría repetir la compra.

jueves, 26 de mayo de 2011

Lush Spa Acondicionador

Lush Acondicionador Spa

El acondicionador Spa es de color blanco y tiene una textura bastante densa, recuerda más a un suavizante de los de toda la vida que a un acondicionador gelatinoso. En el envase no huele demasiado bien, aunque al no tener un aroma fuerte se soporta sin problemas. Como es habitual en Lush, se presenta en un tarro minimalista de color negro, nada llamativo, y contiene 235 gramos de champú que en mi pelo no cunden demasiado porque lo llevo muy largo. El precio alcanza los 13,70 €. Sí, sin duda demasiado caro para la cantidad que trae, incluso supera a los de Klorane; aun así, si buscamos productos que no lleven siliconas, me da que todos van a tener este problema.

Entre los ingredientes, llaman la atención las infusiones de agar y violeta, la leche de soja, el melón fresco, el yogur natural y los aceites de oliva, aguacate, jojoba y neroli, además de algunos parabenes y absolutos de flores. Algunos de ellos, como los aceites de oliva y de jojoba, son de sobra conocidos por sus beneficios hidratantes para el pelo; otros, en cambio, no son tan frecuentes en este tipo de productos, como el yogur, que le aporta vitaminas. El acondicionador está recomendado para cabellos dañados y promete suavizarlo, nutrirlo y fortificarlo (en palabras de Lush: «alimentar a los cabellos hambrientos con una buena dosis acondicionadora»), incluso lo recomiendan como sustituto de la mascarilla si no tenemos tiempo para aplicárnosla.

Resultados

Antes de nada, quiero recordaros que tengo el pelo largo, muy seco y fino, con tendencia a verse opaco y sin vida. Cuando busco un champú o cualquier producto capilar, me interesa que aporten hidratación y, a ser posible, le den un poco de volumen y brillo. Comprendo que tengo un cabello difícil de cuidar, por lo que a veces puedo parecer bastante exigente con los acondicionadores y demás. Quiero que este punto quede claro porque, aunque a mí Spa se me pueda quedar corto en algunos aspectos, tal vez a alguien con un pelo menos problemático le vaya estupendamente.

Dicho esto, os cuento mi experiencia con él. He de decir que mi miedo principal era que no le diera nada de volumen y, por ello, se me viera aplastado por la cabeza (el efecto «lamido de vaca» que dicen). Yo ya lo tengo bastante chafado de por sí, de modo que no quiero que encima pierda el poco volumen que tiene. En este aspecto, me ha sorprendido para bien: no noto que aporte volumen en la zona de la cabeza, pero tampoco lo quita. Es más, en lo que es la melena, le da bastante cuerpo, se ve bonito.

Por otro lado, aprecio que Spa hidrata en profundidad: el cabello está suave; no con el efecto extremadamente suave de las siliconas del bálsamo de mango de Klorane (que hasta ahora es el que mejor me ha ido), pero bastante bien de todos modos. Con lo seco que lo tengo, estoy más que satisfecha, me cuesta mucho encontrar productos que no se queden cortos en nutrición, y este ha cumplido. Da la sensación de que mi pelo se bebe el acondicionador, se empapa de sus beneficios sin llegar a engrasarlo lo más mínimo, ni siquiera en las raíces.

En lo que se refiere a desenredar, ayuda un poco y con el cabello mojado ya se ve que el acondicionador ha actuado, pero no es el mejor que he probado en este punto. Jungla, un acondicionador sólido de Lush, me iba mejor, aunque el formato no me convenció.

Otro aspecto que merece una mención es su aroma: en el bote la fragancia no me decía nada y, sin embargo, después de usarlo el pelo huele genial (diría que a algo afrutado, pero no me hagáis mucho caso que para identificar notas olfativas soy un poco desastre). Lamentablemente, el aroma dura poco y al día siguiente apenas se nota.

A decir verdad, el único punto reseñable donde no cumple del todo es la luminosidad: el pelo se ve sano, nutrido y con cuerpo, pero quizá le falta un poco de brillo. No voy a condenar el acondicionador por este motivo porque en sus indicaciones en ningún momento hace referencia al tema; no obstante, lo señalo de cara a futuras mejoras en el producto. En mi opinión, si le ponen el nombre de Spa y se vende como el tratamiento capilar más potente de la firma, debería ser eficaz también en el brillo.

En relación con lo anterior, he pensado que podría usarlo junto al champú Sublime. Este sí que da brillo, mucho —gracias a la sal marina, que exfolia y deja una melena radiante—, por lo que combinarlo con un acondicionador que aporte más hidratación estaría genial. Hasta ahora son los dos únicos productos capilares de Lush que me planteo comprar (los otros que he probado, Jungla y Reanimator, no estaban mal, pero no eran los más adecuados para mis necesidades), así que no sería de extrañar que en el futuro este tándem sustituyera al champú y al bálsamo de mango de Klorane que uso habitualmente.

En general, estoy muy satisfecha con el acondicionador. No me parece milagroso y creo que Lush tiene productos mejores; aun así, al valorarlo debemos tener muy en cuenta el tema de las siliconas: un cabello acostumbrado a productos que las llevan tarda más en adaptarse a otro que no contiene, por lo que posiblemente mi experiencia con Spa vaya a mejor si lo uso de forma frecuente. En estas dos aplicaciones de la muestra, la impresión ha sido de lo más positiva, y no le ha restado volumen, que era mi gran temor. De todos modos, nunca hay que olvidar que cada pelo es un mundo, así que antes de recomendarlo encarecidamente os aconsejo que os paséis por otras opiniones para contrastar experiencias y tener una perspectiva más amplia a la hora de tomar una decisión.

martes, 24 de mayo de 2011

Lush Sultana Jabón de ducha

Sultana, un jabón de ducha muy especial

La apariencia de Sultana desde luego no es ni mucho menos la más atractiva de entre todos los productos de Lush: un jabón de color muy pálido, prácticamente blanco, con trozos de albaricoques secos y pasas (que haya más o menos dependerá del trozo que os toque), aunque para mí no supone un problema porque me fijé en él gracias a algunas opiniones que había leído. En la superficie se aprecian puntitos marrones de los propios ingredientes, lo que demuestra que estamos ante un artículo mucho más natural que la mayoría de jabones, pues estos suelen ser totalmente lisos, sin imperfecciones. Como sabéis, en Lush casi todo se vende al peso, y en este caso el precio para los 100 gramos de producto se corresponde a 4,50€. No lo considero caro por sí mismo, pero, obviamente, al lado de un gel de ducha de supermercado (que trae mucha cantidad y dura más), sí que supone un gasto mayor.

Por otro lado, uno de los aspectos que más me gusta de Sultana es sin duda su fabulosa fragancia: desprende un aroma suave y agradable, que transmite limpieza y bienestar. No soy capaz de reconocer sus notas, pero tampoco tiene un olor tan «simple» como el de una crema hidratante normal. En la página web dicen que está perfumado con moras, aunque a mí desde luego no me recuerda a los perfumes de esta clase que he usado (y precisamente, colonias de mora he usado unas cuantas). Quizá no huele a nada exótico, ni su fragancia resulta tan exquisita como la de Rock star; no obstante, en gran medida me gusta porque esa falta de extravagancia, tanto en su exterior como en el aroma, ya que consigue parecer más natural que otros. Además, estos rasgos lo convierten en un jabón apto para todos y, por lo tanto, perfecto para regalarlo junto a otros productos de Lush.

En lo relativo a su composición, destacan el aceite de colza (una especie de col) —rico en vitamina E (antioxidante) y ácidos grasos—, y el aceite de coco —buen limpiador y altamente nutritivo y suavizante—, sin olvidarnos de los albaricoques, pasas y grosellas secos como elementos decorativos. Curiosamente, el jabón Rock star también contiene estos dos aceites como ingredientes principales, ¿será por eso que ambos se venden como dos de los más cremosos e hidratantes de Lush? De todos modos, he de decir que estos principios activos también están presentes en otros jabones, por lo que deduzco que son la base de gran parte de la oferta disponible.

Cómo se usa

No me voy a enrollar demasiado porque ya he hablado del tema alguna vez y supongo que, aunque de entrada la idea de emplear un jabón sólido para la ducha no os resultara demasiado familiar, con la fiebre de Lush que tenemos muchas seguramente os habéis empapado de cómo usar sus productos para sacarles el máximo partido. En primer lugar, he de decir que este y cualquier jabón sólido se utiliza frotándolo directamente sobre la piel mojada —vamos, ningún misterio—, aunque yo he encontrado una forma de sacarle más partido: envolverlo en una red de espuma consigue que haga más espuma, valga la redundancia, y que no necesitemos frotar tanto para obtener la ansiada sensación de limpieza. Además, suelo cortar la pastilla en porciones más pequeñas para no tener que cargar con el trozo grande todos los días.

Con respecto a su conservación, yo siempre envuelvo los jabones en papel film o transparente, los guardo en un cajón para que no les dé la luz directamente y hasta ahora no he tenido ningún problema. Me lo aconsejaron en la tienda en una de mis primeras compras, y en efecto los productos se mantienen en perfectas condiciones, aunque duren mucho tiempo (no es el caso de los jabones corporales, pero sí de los faciales, porque obviamente se necesita menos cantidad en cada uso). Hay quienes lo deja tal cual en una jabonera y tampoco les va mal; todo es cuestión de que cada una encuentre el método con el que se sienta más cómoda.

Resultados

Sultana me parece uno de los mejores jabones de Lush (sí, vale, he dicho lo mismo de los otros que he usado, pero es que hasta ahora no les encuentro ni una sola pega en cuanto a su efectividad). Para empezar, es muy, muy cremoso, ¡se asemeja más a una loción que a un producto limpiador!, por lo que resulta sumamente agradable de extender por la piel. Diría que es más cremoso aún que Rock star, y eso que ese lo era bastante.

En segundo lugar, y directamente relacionado con lo anterior, se trata de un jabón que cuida mucho la piel y le aporta hidratación. Evidentemente, no se puede comparar con los efectos de una manteca nutritiva, pero algo hidrata, y no deja esa sensación tirante al salir de la ducha. Aunque por su suave aroma me parece apto para cualquier época del año, en estos momentos lo recomiendo especialmente de cara al verano: en esta época la piel sufre por el sol y otras agresiones externas, y tener un producto bastante natural que la cuide viene genial.

No me quiero olvidar del tema básico, la limpieza: Sultana deja la piel muy limpia, con una agradable sensación de bienestar, a pesar de que su fragancia no se aprecia exactamente igual en nuestro cuerpo (para mi gusto, huele mejor en la porción de jabón, aunque el olor en la piel también dependerá de las características de cada una). Sabía que no me iba a decepcionar; ya hace tiempo que comprobé que, detrás de sus exquisitas fragancias, los artículos de Lush esconden productos de primera calidad en todos los sentidos, y este jabón no es una excepción.

En general, estoy contentísima con el jabón: me encanta que cuide la piel, que se extienda tan bien y proporcione esa maravillosa sensación de limpieza. De todos modos, por mucho que me guste, todo esto que comento también tiene una desventaja importante: al ser tan cremoso, se gasta más rápido que otros. Si del resto de jabones de Lush podía decir que cundían mucho y se amortizaba el dinero invertido en ellos, aquí no puedo declararlo con tanta facilidad, porque lo cierto es que lo estoy gastando a una gran velocidad. Aun así, no me arrepiento de la compra porque los beneficios y sensaciones de Sultana superan con mucho a los geles de supermercado.

jueves, 19 de mayo de 2011

Lush Stepping Stone

Exfoliante Stepping Stone

Esos «pies» verdes que veis en la foto son las pastillas de exfoliante Stepping Stone, una estética de lo más curiosa y llamativa. Mi porción pertenece a una muestra, así que está cortada de una de las barritas y no tiene una forma definida. En la tienda me la guardaron en una bolsa de papel (ya sabéis que aquí todo se hace a favor del reciclaje y la reducción del número de envases de plástico). Cada unidad contiene 75 g de producto (que deben de durar una barbaridad, porque a mí el trozo pequeño me está cundiendo muchísimo) y cuesta 4,35 €. Nada caro: los exfoliantes sólidos son uno de los artículos de Lush que están mejor de precio, igual que los jabones.

Porque, en efecto, Stepping Stone es un exfoliante sólido. ¿Y qué tiene esto de particular? Si un exfoliante normal se caracteriza por mezclar gel (o algo parecido) con partículas exfoliantes, cuando hablamos de uno sólido nos encontramos con que el exfoliante está hecho a base de gránulos que se encargan de suavizar la piel, sin ningún líquido que facilite su deslizamiento por nuestro cuerpo. Esto tiene sus pros y sus contras, que ya analizaré más abajo. Por lo demás, está hecho a base de sal marina y piedra pómez para exfoliar, manteca de cacao y aceite de jojoba para aportar suavidad, y polvo de licopodio (una planta) para desodorizar. Sus partículas son más pequeñas que las de un exfoliante corporal, pero se notan. Es apto para veganos, y desprende un aroma ligeramente mentolado.

Cómo se utiliza

Los exfoliantes se utilizan sobre la piel mojada, así que lo más recomendable es reservar su uso para la ducha (o para los momentos en los que tengáis los pies hechos polvo y los pongáis en un barreño con agua fría/caliente, que no sé vosotros pero yo suelo hacerlo siempre que camino mucho). Algunos también funcionan como gel limpiador, pero no es el caso de este de Lush, así que aseguraos de usar un producto que limpie la piel igualmente (da igual que lo hagáis antes o después del exfoliante, aunque yo prefiero esto último para retirar posibles restos de exfoliante que quedaran por ahí).

Dicho esto, hay varias formas de utilizar el Stepping (es lo bueno de los productos «naturales» y puros como los de Lush, que generalmente permiten varias formas de aplicación, al gusto de cada compradora). Una es la que nos sugieren ellos: cortar un trozo de la pastilla (o directamente coger la pastilla entera) y frotarla sobre los pies húmedos. Insistir en las zonas con más durezas, y a continuación aclarar. ¿Problemas que le veo yo? La pastilla es sumamente frágil, y a la mínima que la frotes, se rompe y deja caer muchísimo «polvillo» del propio exfoliante, a veces pasa con solo cogerla, sin necesidad de restregarla. Estos restos también sirven para exfoliar, así que si se os caen en la mano los podéis guardar; lo malo es cuando se depositan en la bañera, porque además lo dejan todo perdido.

¿Qué solución he encontrado yo para sacarle más partido? Para empezar, olvidaos de coger la pastilla y frotar: es mucho mejor coger el polvillo que va soltando, porque además se necesita muy poquita cantidad para exfoliar y con eso podemos ir tirando perfectamente. Seguidamente, podemos hacer dos cosas: o frotar las partículas directamente sobre el pie mojado, o mezclar el exfoliante con gel de ducha sobre la esponja y emplearlo como un producto convencional. Este último método va genial: no se desperdicia nada, y además se extiende mucho mejor por la piel gracias a la presencia del fluido. Es casi como tener un exfoliante normal, vaya.

Si lo mezcláis con gel, además, puede serviros como exfoliante corporal, ya que ahora las partículas no actúan de forma tan «dura» como si se frotara la pastilla sobre la piel. Es cierto que algunos de sus ingredientes se relacionan más con el cuidado de los pies y lo ideal sería tener un exfoliante para cada cosa (pies y cuerpo); no obstante, puede ser una idea para salir de un apuro, como me ha pasado a mí. 

Importante: en NINGÚN CASO metáis la pastilla bajo el grifo, o ya le podéis decir adiós porque con se deshará en un santiamén.

Después de usarlo, envuelvo el exfoliante con papel film o transparente (nada de la bolsa de papel en la que venía, porque quedaría más exfoliante suelto por ahí que en la pastilla). Vale la pena esmerarse y guardarlo bien, no vaya a ser que luego nos encontremos el cajón de color verde… ¡Ah! Y no olvidéis aplicar una buena crema hidratante en la zona para completar el tratamiento.

Resultados

La verdad es que estoy muy satisfecha con el Stepping Stone. Para haberlo probado a través de una muestra —de otro modo difícilmente me habría fijado en él, porque todavía tengo un tubo de exfoliante para pies de Deliplus, y no es que lo use mucho—, sin esperar nada especial de él, he quedado bastante contenta y no descarto repetir en el futuro (un futuro muy lejano, porque anda que no cunde).

El exfoliante realmente cumple con su función: suaviza las durezas y mejora el aspecto de los pies. Con un solo uso se aprecian mejoras, pero si vuestras durezas son severas tendréis que ser constantes para acabar con ellas del todo. Hay mucha gente que se queja de los cosméticos y dice que no hacen nada, pero luego ves que los usan de uvas a peras y claro, milagros tampoco van a hacer. En los productos para pies (exfoliantes, cremas o lo que sean), la constancia es importantísima, ¡usarlos una vez al mes no sirve de nada! Con respecto a sus propiedades desodorantes, yo no noto nada porque no tengo problemas de sudor excesivo, pero si ese es vuestro caso podéis tener el dato en cuenta. 

El único problema que me he encontrado con el Stepping son los inconvenientes que conlleva un exfoliante sólido (al menos este): no es tan cómodo de aplicar como uno normal, es frágil, se desperdicia producto, ensucia el baño… De todos modos, también tiene sus ventajas: un formato más ahorrador, no solo por el tema del envoltorio, sino porque a mi parecer cunde más que otros exfoliantes. Y por si fuera poco, su composición también es mucho más natural que la media. Ya he dicho que no me importaría adquirirlo de nuevo, así que con esto queda claro que he logrado acostumbrarme a su textura y no me supone un engorro utilizarlo.

Si lo comparo con los otros exfoliantes para pies que he probado, la verdad es que, más allá del tema sólido vs. líquido/cremoso, Stepping Stone no tiene nada que envidiarles. He usado los de Vichy Podexine y Deliplus (ambos muy recomendables), que también me suavizaban las durezas en la primera aplicación pero, como es obvio, requerían cierta constancia para eliminarlas. Ahora mismo, si me pidieran que recomendase un exfoliante específico para pies, aconsejaría este Stepping Stone o el de Deliplus (para quien no tenga una tienda de Lush cerca), pues los dos tienen un precio asequible y, lo más importante, funcionan.

martes, 17 de mayo de 2011

Lush Snow Fairy Lip Tint

Lush Snow Fairy

Snow Fairy se presenta en la pequeña lata metálica que comparten todos los bálsamos de Lush, un envase sencillo y discreto que cumple perfectamente con su función de preservar las propiedades del producto. Cada unidad contiene 10 g, que a mí me duran unos tres meses con un uso muy frecuente, y su precio es de 7,95€, igual que los demás labiales. Siempre digo que no los considero caros porque ofrecen mucho más que el protector medio; no obstante, como en este caso no ha cumplido mis expectativas, sí que puedo decir que Snow Fairy tiene un coste un poco elevado.

La lata lleva una etiqueta de color fucsia, a juego con el color del labial. Tiene una textura menos pastosa que la de las vaselinas Gal, aunque de todos modos me resulta un poco más densa que la de los otros bálsamos de Lush. No es desagradable en los labios, pero tampoco especialmente agradable, no sé si me explico. Está hecho a base de aceite de coco, agua, mantecas de karité, murumuru y cupuacu, azúcar glasé y algunas ceras —algunos de estos principios se conocen por sus funciones hidratantes y calmantes—. Para el sabor, destaco que han utilizado frambuesas secas, entre otros. Se trata de un producto apto para veganos, según se indica en la pegatina posterior.

Hablemos ahora del olor que desprende, una exquisita fragancia a algodón de azúcar o chicle de fresa, según las impresiones de cada una. Un aroma logradísimo, dulzón, que puede resultar demasiado fuerte si no sois fans de las fragancias dulces. Yo no tengo ese problema, porque adoro todo lo dulzón y goloso, y este labial me enamoró en cuanto lo abrí. Forma parte de la colección de Navidad, en la que también se lanzaron otros artículos con el mismo nombre y perfume (entre ellos, un gel de ducha que también tengo y del que espero hablaros en el futuro), por lo que forma parte de una edición limitada y en estos momentos no podréis encontrarlo en la tienda. Con suerte, en diciembre lo volveréis a tener ahí.

Lip tint vs. lip balm

Como veis, en el nombre del producto no reza «bálsamo labial», sino «lip tint», o lo que es lo mismo, «tinte labial». Creo que hasta ahora nunca me había parado a explicar las diferencias entre la oferta de labiales de Lush, así que lo haré ahora: por un lado, hay bálsamos de toda la vida, es decir, productos hidratantes y nutrientes, sin color, que pueden ser usados por ambos sexos; en segundo lugar, y con un envase idéntico a los citados bálsamos, hay tintes labiales, artículos que dejan color en los labios aunque tampoco son como barras permanentes; finalmente, ofrecen exfoliantes labiales, como el Bubblegum del que os hablé hace unas semanas.

Así pues, no podemos esperar lo mismo de Snow Fairy que de Honey Trap o cualquier otro de los bálsamos de los que he opinado por aquí. Reconozco mi metedura de pata al comprarlo, porque no me di cuenta de esa sutil diferencia hasta que lo empecé. A pesar de todo, quiero que quede bien claro que el nombre de «tinte labial» no me parece del todo apropiado: no tiene tanta fijación como un labial de larga duración, y su color tampoco es muy notable (para que os hagáis una idea, se parece al tono rosado que deja la barra protectora Liposan de ese color). Hay que tener en cuenta que Lush es una marca de cosmética general, no está especializada en maquillaje. Snow Fairy se encuentra a medio camino entre una barra de color y un bálsamo, sin destacar en ningún aspecto, aunque en esto ya me explayo en el apartado siguiente.

Impresiones

Los que me leéis sabéis que soy una gran fan de Lush, y concretamente de sus bálsamos labiales. Los tres que he usado (Honey Trap, de chocolate blanco y miel; Chocolate Whipstick, de chocolate y naranja; y None of your beeswax, un bálsamo vegano con olor cítrico) me han parecido excepcionales, unos productos realmente eficaces para combatir la sequedad de los labios. Al empezar Snow Fairy sabía que no podía exigir las mismas cualidades que en uno de sus bálsamos hidratantes; no obstante, aun así me decepciona que hayan creado un producto tan mediocre en todos los sentidos.

Para empezar, la definición de tinte labial no es en absoluto apropiada a lo que hay en su interior. Se supone que un tinte debe impregnar los labios con un color muy cubriente, y este simplemente deja un tono rosadito bastante natural, que no se parece en nada el fucsia que vemos en el envase. El tono es bonito y me parece favorecedor, ojo, pero pienso que quien lo compre esperando un tinte labial querrá algo más que eso. En segundo lugar, la duración es normalita, apenas una hora. Perdura igual que un bálsamo —en eso sí se parece a sus «hermanos» de Lush—, nada que ver con esas barras que prometen varias horas en su sitio.

Si en los aspectos de colorido y fijación no convence, con los efectos relativos a la nutrición ocurre otro tanto de lo mismo. Snow Fairy hidrata muy poco, incluso noto los labios más secos después de usarlo. Sé que no se le puede pedir que sea tan hidratante como uno de los bálsamos, pero tengo barras normales con color de otras marcas que me aportan más hidratación que esto, así que creo que se lo podrían haber currado más. No hace absolutamente nada contra las pielecitas, de modo que si tenéis tendencia a tener los labios secos como yo, no os lo recomiendo para nada. Quizá puede servirle a alguien que no tenga tantos problemas de sequedad, eso sí.

En definitiva, un producto que ya de entrada no se sabe exactamente qué es (un tinte labial, vale, pero esa presentación tipo bálsamo hace dudar) y una vez usado se demuestra que tampoco cumple en nada. Para dar color a los labios, prefiero comprarme una barra; y para nutrirlos, me quedo con los bálsamos. Un artículo como Snow Fairy no me aporta nada. Su única baza es el olor, y creo firmemente que si no fuera por eso no tendría ningún éxito. ¡Qué pena que hayan empleado una fragancia tan deliciosa en un labial que deja tanto que desear!

Por todas estas características, pienso que Snow Fairy podría ser adecuado para niñas y adolescentes que empiezan a sentir interés por el maquillaje. El labial les dejará algo de color en los labios, pero sin que parezcan payasos, por lo que podrán usarlo con tranquilidad. Además, el aroma y el color rosa les encantarán. Sinceramente, es el único sector en el que pienso que un producto de este tipo puede funcionar; entre las adultas, lo dicho: para dar color, una barra, y para hidratar, un buen bálsamo.

martes, 10 de mayo de 2011

Lush Sublime Champú

Lush Champú Sublime

El champú Sublime se presenta en el característico bote de plástico negro minimalista de los productos Lush. Como sabéis, esta firma está muy concienciada con la conservación y el cuidado del medio ambiente, por eso emplea envases reciclables y sencillos con el fin de generar menos residuos. Una unidad contiene 325 gramos de champú, cantidad que no está mal, y cuesta 14,95€. Tanto este como el resto de artículos capilares de Lush me parecen bastante caros (al menos los líquidos, los de formato sólido son otro cantar), pero debemos valorar que se trata de productos con una composición mucho más elaborada y respetuosa para nuestro cabello que los de supermercado.

Una vez destapado el tarro, el aspecto del champú no tiene nada de convencional: su apariencia me recuerda a un helado de limón, con ese color tirando a blanco y una textura cremosa y consistente a la vez. También se parece un poco a un granizado, pues está hecho a base de sal marina y a simple vista se puede confundir con pequeños trozos de hielo. Por cierto, es curioso que un champú lleve sal, ¿verdad? Me imagino que será la responsable de dar brillo al cabello. Por otro lado, lleva aceites de coco, mandarina y neroli (este último se extrae de las flores de naranjo), que hidratan y reparan el cabello. Para el aroma han utilizado flores de naranja, vainilla y lirio blanco, aunque a mí simplemente me parece una fragancia suave y floral. Cabe destacar que no lleva siliconas, como ninguno de los artículos capilares de Lush, y es apto para veganos.

En principio está recomendado para todo tipo de cabellos, aunque ellos especifican que va muy bien para pelo lacio y/o con tendencia al encrespamiento. Haciendo un repaso a todos los champús líquidos de Lush, os recuerdo que disponen de los siguientes: Curly Wirly para cabello rizado o seco; El Patriarca para cabellos grises o claros; Mi Primo Zumo y Sol para pelo graso; ¡A Toda Caña! para controlar los rizos y finalmente Reanimator para cabellos estropeados y faltos de vigor (os hablé de él hace algunas semanas, está bien pero tampoco obtuve resultados espectaculares).


Resultados

Antes de nada, quiero explicar que tengo un pelo complicado: muy largo, fino y seco, con tendencia a verse opaco y sin vida. Desde hace años solo uso productos capilares de farmacia o peluquería, ya que me parece que hay una diferencia abismal con los de supermercado y en cuanto pruebas un champú «de los buenos» no quieres volver nunca más a Pantene, Elvive, Fructis y compañía. Hago este comentario porque me considero bastante exigente en materia de artículos para el cabello; cuesta mucho que mi pelo se vea realmente bien, de modo que cuando encuentro uno que funciona, creo firmemente que se debe a su calidad (no a tener un pelo en el que cualquier producto va bien).

Con Sublime he quedado encantada, a ver cómo os cuento mis impresiones sin quedarme corta. Para empezar, la muestra me ha servido para dos usos, y en ambos lo he usado sin bálsamo ni mascarilla para observar mejor sus efectos. Los resultados han sido inmejorables: pelo muy suave, nutrido perfectamente de la raíz hasta las puntas, aspecto bonito y sano. Hidrata mucho más que un champú cualquiera, actúa como un acondicionador sin necesidad de acompañarlo de otro producto. En definitiva: todo un tratamiento para el cabello.

En segundo lugar, he notado que el champú aporta mucho brillo, ¡incluso me lo han dicho otras personas! Sin duda, este es uno de sus mayores atractivos, al menos para un pelo que tiende a verse apagado como el mío. Cambiando de tercio, al prometer tanta suavidad e hidratación, me daba miedo que disminuyera el poco volumen que tiene mi pelo de por sí, pero por fortuna mis reparos eran totalmente infundados: no me deja el pelo «aplastado» en la cabeza; tampoco se puede decir que dé volumen, aunque aquí hay que tener en cuenta que por mi tipo de cabello es muy difícil que obtenga volumen. Lo que sí aprecio es que le da bastante cuerpo, se ve una melena espesa, agradable al tacto. En definitiva: un cabello mucho más bonito, en todos los sentidos.

Por otro lado, no nos olvidemos de un punto básico: la limpieza. Con los champús que uso habitualmente, a veces me encuentro con el problema de que cuestan de aclarar (es el gran inconveniente de algunos productos para cabello seco) y pensaba que tal vez con este me ocurriría lo mismo. Sin embargo, lo cierto es que me ha ido de maravilla: deja el pelo muy limpio, sin restos de jabón en el cuero cabelludo, y no cuesta nada de aclarar. Me dura limpio el mismo tiempo que siempre, así que no engrasa en absoluto. Su textura tan especial no supone un problema para extenderlo por el pelo y hace la misma espuma que otros champús (lo único que se le puede reprochar es que hay trozos de sal marina que inevitablemente caen por la ducha y se desperdician; es lo malo de no tener la consistencia de un champú al uso). Una vez aclarado, no me he encontrado con grandes problemas para desenredarlo. Es cierto que en esto podría mejorar un poco, pero hay que tener en cuenta que los productos que suelen ayudar en esa parte son los acondicionadores, así que tampoco podemos pedir peras al olmo.

En otras opiniones he leído que destacan el agradable olor que deja en el cabello. Si os soy sincera, yo no lo aprecio tanto: es cierto que queda algo de esa fragancia floral y dulce, pero no lo considero un aspecto reseñable. Los de Klorane, sin ir más lejos, le dan un aroma mucho más intenso (tanto para bien como para mal, pues no todos huelen a rosas).

Antes de terminar, me gustaría explicar que al no llevar siliconas puede que de entrada vuestro cabello no reaccione bien al champú. No os producirá efectos adversos, por eso podéis estar tranquilos, pero quizá necesitaréis un tiempo de adaptación para notar toda esa suavidad y brillo que aporta. Yo no he tenido problemas porque los champús de Klorane que uso desde hace años tampoco contienen estos ingredientes y mi pelo ya estaba acostumbrado, pero dejo el dato para que lo tengáis en cuenta. Pensad que, aunque al principio los resultados no os convenzan, vale la pena ser constante porque a la larga es un beneficio para vuestra salud capilar.

Conclusión

Uno de los mejores champús que he probado (y he probado muchos), el primero que me atrevo a poner a la misma altura que mi querido champú de mango de la marca Klorane. Quizá la textura de Sublime asusta un poco porque no tiene nada que ver con otros productos capilares, pero tranquilos, se extiende bien y hace la misma espuma que un champú cualquiera. Me va de fábula: deja el pelo extra suave, nutrido, limpio, con mucho brillo, y no le resta volumen. Me parece un champú muy completo, pues gran parte de sus efectos se asemejan más a los de un acondicionador o incluso una mascarilla. Puede ser una buena opción para quienes no tengan tiempo para usar las tres cosas (champú, acondicionador y mascarilla), aunque yo os lo recomiendo a todos en general. Da tan buenos resultados que merece la pena darle una oportunidad; esta vez, el precio elevado está más que justificado.

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